Yo no tengo vente años,
¡Ah si yo los tuviera!
¡Qué libertad tan grande
de mis huesos creciera!
Yo no tengo veinte años
¡Ah si yo los tuviera!
para abrir con los puños
las puertas que nos cierran.
Un miedo negro y sordo
corre por calles ciegas,
el pan nos sabe a luto,
la sal y el agua a pena.
Porque sucede, amigos,
que estoy llevando ahora
un ataúd a cuestas:
una esperanza negra.
Alguien gritó en la noche,
alguien cayó en la tierra,
alguien supo del frío
de la matanza artera.
Y se callan los pobres
al grito de las fieras;
y nadie abre la boca,
contritas las conciencias.
¡Oh, Patria qué desdicha
saberte con cadenas,
el pan nos sabe a sangre,
la sangre sabe a pena.
Porque sucede, amigos,
que estoy llevando ahora
un ataúd a cuestas:
una esperanza negra.
Yo no tengo veinte años
¡Ah, si yo los tuviera!
¡Qué libertad tan grande
de mis huesos creciera!
¡Ah si yo los tuviera!
¡Qué libertad tan grande
de mis huesos creciera!
Yo no tengo veinte años
¡Ah si yo los tuviera!
para abrir con los puños
las puertas que nos cierran.
Un miedo negro y sordo
corre por calles ciegas,
el pan nos sabe a luto,
la sal y el agua a pena.
Porque sucede, amigos,
que estoy llevando ahora
un ataúd a cuestas:
una esperanza negra.
Alguien gritó en la noche,
alguien cayó en la tierra,
alguien supo del frío
de la matanza artera.
Y se callan los pobres
al grito de las fieras;
y nadie abre la boca,
contritas las conciencias.
¡Oh, Patria qué desdicha
saberte con cadenas,
el pan nos sabe a sangre,
la sangre sabe a pena.
Porque sucede, amigos,
que estoy llevando ahora
un ataúd a cuestas:
una esperanza negra.
Yo no tengo veinte años
¡Ah, si yo los tuviera!
¡Qué libertad tan grande
de mis huesos creciera!
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