Miré tu cara por la ventana
y en cuna firme
pesado sueño se convocaba
para cubrirte,
ay, ay, ay,
para cubrirte.
Tiempo tras tiempo te fui cuidando
tras la ventana
en que los libros letra por letra
se te entregaban,
ay, ay, ay,
se te entregaban.
Cuántas ventanas tiene la vida entera,
cuántas ventanas,
¡quién lo creyera!
Por la ventana que el estudiante
triste vigila
oíste un día la voz quemante
de la guerrilla,
ay, ay, ay,
de la guerrilla.
Y otra ventana –tiempo más tarde–
te dio el encierro,
y en vez de vidrios tenía dedos
de hierro negro,
ay, ay, ay,
de hierro negro.
Cuántas ventanas tiene la vida entera,
cuántas ventanas,
¡quién lo creyera!
Cortaste el hierro, saltaste el muro,
corriste afuera,
y la metralla volteó mi sangre
sobre la tierra,
ay, ay, ay,
desde tus venas.
Duerme tan hondo bajo la piedra
el hijo niño,
pero en la lucha del guerrillero
viviendo altivo,
ay, ay, ay,
yo lo diviso.
Con cada hombre caído, hora tras hora,
crece la lucha
libertadora.
y en cuna firme
pesado sueño se convocaba
para cubrirte,
ay, ay, ay,
para cubrirte.
Tiempo tras tiempo te fui cuidando
tras la ventana
en que los libros letra por letra
se te entregaban,
ay, ay, ay,
se te entregaban.
Cuántas ventanas tiene la vida entera,
cuántas ventanas,
¡quién lo creyera!
Por la ventana que el estudiante
triste vigila
oíste un día la voz quemante
de la guerrilla,
ay, ay, ay,
de la guerrilla.
Y otra ventana –tiempo más tarde–
te dio el encierro,
y en vez de vidrios tenía dedos
de hierro negro,
ay, ay, ay,
de hierro negro.
Cuántas ventanas tiene la vida entera,
cuántas ventanas,
¡quién lo creyera!
Cortaste el hierro, saltaste el muro,
corriste afuera,
y la metralla volteó mi sangre
sobre la tierra,
ay, ay, ay,
desde tus venas.
Duerme tan hondo bajo la piedra
el hijo niño,
pero en la lucha del guerrillero
viviendo altivo,
ay, ay, ay,
yo lo diviso.
Con cada hombre caído, hora tras hora,
crece la lucha
libertadora.
×