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Balada del policía y el soldado

Adolfo Celdrán
Langue: espagnol


Adolfo Celdrán


Soldado trajiamarillo,
policía de azul dril;
mano ciega, sordo brillo:
palo y fusil.

Sobre las calles desnudas,
fosca noche sin luceros
envuelve dos sombras rudas
de ojos fieros.

El fusil, acero malo,
chilla, si la luz le da;
sobre las piedras, el palo
gruñe: ¡tra, tra!

‎(El soldado fue tornero;
policía, zapatero.)

Ah, soldado, mi soldado,
‎¿cómo has podido escapar?
‎¡Los torneros que te buscan
pronto te van a encontrar!
Policía,
‎¿a dónde has ido a parar?
‎¡Los zapateros preguntan
por tu fiero delantal!

Pasos en la calle oscura
donde la pareja está.
Grita el fusil con voz dura:
‎-¡Alto! ¿Quién va?
‎-Va un tornero,
que anda tras su compañero;
vengo porque hablarte quiero...

‎-No es tornero, que es soldado
chilla el fusil sin compás,
y después escupe airado:
‎-¡Eche pa' trás!

Pasos en la calle oscura
donde la pareja está.
Grita el palo con voz dura:
‎-¡Alto! ¿Quién va?
‎-Zapatero,
aquí está tu compañero;
vengo, porque hablarte quiero...
Pero el palo chilla fiero:
‎-¡Tome! ¡Tome! ¡Tome y tome!
Avise si quiere más;
tumbe por ahí y no embrome.
‎¡Eche pa' trás!

Silencio. Pero después
de la noche cuelga un canto
como una luna de hiel:
‎«Torneros, mucho cuidado.
que ahora es soldado el tornero;
soldado de cuerpo entero
y con los ojos vendados.
‎¡Zapatero, policía,
mira que se hace de día
y estás de uniforme nuevo!»



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