Había una vez
en la casa de un juez
una fiesta impresionante:
vino y caviar, y mujeres sin bailar
y marihuana en los cuartos
y un presidente hablando
sobre un pueblo en paz
y la manera de pacificar
a las bocas que pedían libertad
Había una vez
una casa con tres personas en una mesa:
un leñador con su hijo menor
y su mujer blanca y gruesa.
Sus vidas eran miserables bajo el sol
y el que levantó el brazo con dolor
está muerto, alguien dijo, por error.
Y en la noche
la fiesta pasa amablemente
y hasta el juez se acuesta
con el presidente,
baila y ríe.
Había una vez
un país al revés
sin jueces ni presidente,
donde el oro y el sol
pertenecían a la gente.
en la casa de un juez
una fiesta impresionante:
vino y caviar, y mujeres sin bailar
y marihuana en los cuartos
y un presidente hablando
sobre un pueblo en paz
y la manera de pacificar
a las bocas que pedían libertad
Había una vez
una casa con tres personas en una mesa:
un leñador con su hijo menor
y su mujer blanca y gruesa.
Sus vidas eran miserables bajo el sol
y el que levantó el brazo con dolor
está muerto, alguien dijo, por error.
Y en la noche
la fiesta pasa amablemente
y hasta el juez se acuesta
con el presidente,
baila y ríe.
Había una vez
un país al revés
sin jueces ni presidente,
donde el oro y el sol
pertenecían a la gente.
×