Smisurata preghiera
Fabrizio De AndréLa "Oración de Maqroll el Gaviero" de Álvaro Mutis | |
IMENSA PRECE Alta sobre os naufrágios do miradouro das torres curva e distante dos elementos do desastre das coisas que acontecem mais além das palavras que celebran o nada em um vento fácil de saciedade de impunidade O Escândalo metalico de armas em uso e desuso para dirigir a coluna de sofrimento e fumaca que deixa as infinitas batalhas ao cair da noite a multidao esta a multidao esta recitando o rosário das ambições mesquinhas de milenares temores inesgotáveis astúcias cultivando tranquila a variedade horrível de sua arrogância a multidao esta como uma doença como falta de sorte como anestesia como um hábito para aqueles quem viajam em direção obstinada e contrária com a sua marca especial de desespero especial e entre o vômito dos rejeitados, move os últimos passos, para trazer à morte uma gota de esplendor de humanidade de verdade para aquele que em AQABA surrou a lepra com um falso cetro e semeou sua passagem de ciúmes devastadores e crianças com nomes improvisados de cantores de tango em um extenso programa de eternidade lembre-se Deus desses servos desobedientes as leis do rebanho não se esqueça de seus rostos que depois de tanto zanzar ele é apenas um direito que a sorte vai ajudá-los como um descùido como uma anomalia como uma distração como um dever | ORACIÓN DE MAQROLL EL GAVIERO (No está aquí completa la oración de Maqroll el Gaviero. Hemos reunido sólo algunas de sus partes más salientes, cuyo uso cotidiano recomendamos a nuestros amigos como antídoto eficaz contra la incredulidad y la dicha inmotivada:) Decía Maqroll el Gaviero: ¡Señor, persigue a los adoradores de la blanda serpiente! Haz que todos conciban mi cuerpo como una fuente inagotable de tu infamia. Señor, seca los pozos que hay en mitad del mar donde los peces copulan sin lograr reproducirse. Lava los patios de los cuarteles y vigila los negros pecados del centinela. Engendra, Señor, en los caballos la ira de tus palabras y el dolor de viejas mujeres sin piedad. Desarticula las muñecas. Ilumina el dormitorio del payaso, ¡Oh Señor! ¿Por qué infundes esa impúdica sonrisa de placer a la esfinge de trapo que predica en las salas de espera? ¿Por qué quitaste a los ciegos su bastón con el cual rasgaban la densa felpa de deseo que los acosa y sorprende en las tinieblas? ¿Por qué impides a la selva entrar en los parques y devorar los caminos de área transitados por los incestuosos, los rezagados amantes, en las tardes de fiesta? Con tu barba de asirio y tus callosas manos, preside ¡Oh fecundísimo! la bendición de las piscinas públicas y el subsecuente baño de los adolescentes sin pecado. ¡Oh señor! recibe las preces de este avizor suplicante y concédele la gracia de morir recostado en las graderías de una casa infame e iluminado por todas las estrellas de firmamento. Recuerda Señor que tu siervo ha observado pacientemente las leyes de la manada. No olvides su rostro. Amén. |