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LIBeRI

Susanna Parigi
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OriginaleMedio Pan y un Libro.
LIBERI

Prima gli uomini segnarono le rocce...
poi i metalli, poi le lastre d’oro, le lamine di piombo, le lastre d’argilla, i papiri, le pergamene.
Poi vennero gli amanuensi.
In tutto questo tempo l’uomo ha difeso con il sangue la scrittura
perché il pensiero e la bellezza diventassero eterni...
perché il pensiero e la bellezza diventassero eterni...
perché il pensiero e la bellezza diventassero eterni...

Poi molti libri furono bruciati.
Ma questo odio è niente in confronto a quanto sono stati amati.
E alcuni uomini parlano, guardano, mangiano, corrono, ridono, urlano
ma sono morti.
Più morti dei sassi, più morti dei morti;
perché non hanno ansia di liberazione né capacità di appassionarsi...
perché non hanno ansia di liberazione né capacità di appassionarsi...
perché non hanno ansia di liberazione né capacità di appassionarsi...
Tutti gli uomini devono avere accesso al sapere.
Questa è giustizia.

A volte un popolo dorme come l’acqua di uno stagno in un giorno senza vento,
e allora alcuni libri possono scuotere le onde e risvegliare la vita.
Poiché ancora oggi l’ignoranza ha un terribile dominio,
e noi tutti sappiamo che dove c’è ignoranza
è molto facile confondere
il male con il bene e la verità con la menzogna...
il male con il bene e la verità con la menzogna
il male con il bene e la verità con la menzogna

L’uomo non lavora per il proprio tornaconto ma per coloro che verranno.
Questo è il senso ultimo di tutte le rivoluzioni
e in fondo il vero senso della vita.

Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo. 

“Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.



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