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Canto General

Mikis Theodorakis / Mίκης Θεοδωράκης
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OriginalVersion intégrale en langue d'oïl moderne de Marco Valdo M.I., a...
CANTO GENERAL

pablotheo


1. Algunas Bestias*
*Naturalmente no referido a los dos señores que van acima (ndr)



Era el crepúsculo de la iguana.
Desde la arcoirisada crestería
su lengua como un dardo
se hundía en la verdura,
el hormiguero monacal pisaba
con melodioso pie la selva,
el guanaco fino como el oxígeno
en las anchas alturas pardas
iba calzando botas de oro,
mientras la llama abría cándidos
ojos en la delicadeza
del mundo lleno de rocío.
Los monos trenzaban un hilo
interminablemente erótico
en las riberas de la aurora,
derribando muros de polen
y espantando el vuelo violeta
de las mariposas de Muzo.
Era la noche de los caimanes,
la noche pura y pululante
de hocicos saliendo del légamo,
y de las ciénagas soñolientas
un ruido opaco de armaduras
volvía al origen terrestre.
El jaguar tocaba las hojas
con su ausencia fosforescente,
el puma corre en el ramaje
como el fuego devorador
mientras arden en él los ojos
alcohólicos de la selva.
Los tejones rascan los pies
del río, husmean el nido
cuya delicia palpitante
atacarán con dientes rojos.
 
Y en el fondo del agua magna,
como el círculo de la tierra,
está la gigante anaconda
cubierta de barros rituales,
devoradora y religiosa.

2. Voy a vivir


Yo no voy a morirme. Salgo

ahora, en este día lleno de volcanes

hacia la multitud, hacia la vida.

Aquí dejo arregladas estas cosas

hoy que los pistoleros se pasean

con la "cultura occidental" en brazos,

con las manos que matan en España

y las horcas que oscilan en Atenas

y la deshonra que gobierna a Chile

y paro de contar.


3. Los Libertadores


Aquì viene el árbol, el árbol
de la tormenta, el árbol del pueblo.
De la tierra suben sus héroes
como las hojas por la savia,
y el viento estrella los follajes
de muchedumbre rumorosa,
hasta que cae la semilla
del pan otra vez a la tierra.
 
Aquí viene el árbol, el árbol
nutrido por muertos desnudos,
muertos azotados y heridos,
muertos de rostros imposibles,
empalados sobre una lanza,
desmenuzados en la hoguera,
decapitados por el hacha,
descuartizados a caballo,
crucificados en la iglesia.
 
Aquí viene el árbol, el árbol
cuyas raíces están vivas,
sacó salitre del martirio,
sus raíces comieron sangre
y extrajo lágrimas del suelo:
las elevó por sus ramajes,
las repartió en su arquitectura.
Fueron flores invisibles,
a veces, flores enterradas,
otras veces iluminaron
sus pétalos, como planetas.
 
Y el hombre recogió en las ramas
las caracolas endurecidas,
las entregó de mano en mano
como magnolias o granadas
y de pronto, abrieron la tierra,
crecieron hasta las estrellas.
 
Éste es el árbol de los libres.
El árbol tierra, el árbol nube,
el árbol pan, el árbol flecha,
el árbol puño, el árbol fuego.
Lo ahoga el agua tormentosa
de nuestra época nocturna,
pero su mástil balancea
el ruedo de su poderío.
 
Otras veces, de nuevo caen
las ramas rotas por la cólera
y una ceniza amenazante
cubre su antigua majestad:
así pasó desde otros tiempos,
así salió de la agonía
hasta que una mano secreta,
unos brazos innumerables,
el pueblo, guardó los fragmentos,
escondió troncos invariables,
y sus labios eran las hojas
del inmenso árbol repartido,
diseminado en todas partes,
caminando con sus raíces.
Éste es el árbol, el árbol
del pueblo, de todos los pueblos
de la libertad, de la lucha.
 
Asómate a su cabellera:
toca sus rayos renovados:
hunde la mano en las usinas
donde su fruto palpitante
propaga su luz cada día.
Levanta esta tierra en tus manos,
participa de este esplendor,
toma tu pan y tu manzana,
tu corazón y tu caballo
y monta guardia en la frontera,
en el límite de sus hojas.
 
Defiende el fin de sus corolas,
comparte las noches hostiles,
vigila el ciclo de la aurora,
respira la altura estrellada,
sosteniendo el árbol, el árbol
que crece en medio de la tierra.
Aquí me quedo
con palabras y pueblos y caminos

que me esperan de nuevo, y que golpean

con manos consteladas en mi puerta.

4. A mi partido


Me has dado la fraternidad hacia el que no conozco. 


Me has agregado la fuerza de todos los que viven. 


Me has vuelto a dar la patria como en un nacimiento. 


Me has dado la libertad que no tiene el solitario. 


Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego. 


Me diste la rectitud que necesita el árbol. 


Me enseñaste a ver la unidad y la diferencia de los hombres. 


Me mostraste cómo el dolor de un ser ha muerto en la victoria de todos. 


Me enseñaste a dormir en las camas duras de mis hermanos. 


Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca. 


Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético. 


Me has hecho ver la claridad del mundo y la posibilidad de la alegría. 


Me has hecho indestructible porque contigo no termino en mí mismo. 



5. Lautaro


Lautaro era una flecha delgada.

Elástico y azul fue nuestro padre.

Fue su primera edad sólo silencio.

Su adolescencia fue dominio.

Su juventud fue un viento dirigido.

Se preparó como una larga lanza.

Acostumbró los pies en las cascadas. 

Educó la cabeza en las espinas.

Ejecutó las pruebas del guanaco.

Vivió en las madrigueras de la nieve.

Acechó las comidas de las águilas.

Arañó los secretos del peñasco.


Entretuvo los pétalos del fuego.
Se amamantó de primavera fría.

Se quemó en las gargantas infernales.

Fue cazador entre las aves crueles.

Se tiñeron sus manos de victorias.

Leyó las agresiones de la noche.

Sostuvo los derrumbes del azufre.

Se hizo velocidad, luz repentina.

Tomó las lentitudes del otoño.

Trabajó en las guaridas invisibles.

Durmió en las sábanas del ventisquero.

Igualó las conductas de las flechas.



Bebió la sangre agreste en los caminos.

Arrebató el tesoro de las olas.

Se hizo amenaza como un dios sombrío.

Comió en cada cocina de su pueblo.

Aprendió el alfabeto del relámpago.

Olfateó las cenizas esparcidas.

Envolvió el corazón con pieles negras.

Descifró el espiral hilo del humo.

Se construyó de fibras taciturnas.

Se aceitó como el alma de la oliva.

Se hizo cristal de transparencia dura.

Estudió para viento huracanado.

Se combatió hasta apagar la sangre.
 
Sólo entonces fue digno de su pueblo.

Lautaro. Su nombre original, Leftraru, significa "Caracara veloz" en el idioma Mapuche.
Lautaro. Su nombre original, Leftraru, significa "Caracara veloz" en el idioma Mapuche.


6. Vienen los pájaros


Todo era vuelo en nuestra tierra.

Como gotas de sangre y plumas

los cardenales desangraban

el amanecer de Anáhuac.

El tucán era una adorable

caja de frutas barnizadas,

el colibrí guardó las chispas

originales del relámpago

y sus minúsculas hogueras

ardían en el aire inmóvil.

Los ilustres loros llenaban

la profundidad del follaje

como lingotes de oro verde

recién salidos de la pasta

de los pantanos sumergidos

y de sus ojos circulares

miraban una argolla amarilla,

vieja como los minerales.

Todas las águilas del cielo

nutrían su estirpe sangrienta

en el azul inhabitado,

y sobre las plumas carnívoras

volaba encima del mundo

el cóndor, rey asesino,

fraile solitario del cielo,

talismán negro de la nieve,

huracán de la cetrería.

La ingeniería del hornero

hacia del barro fragante

pequeños teatros sonoros

donde aparecía cantando.

El atajacaminos iba

dando su grito humedecido

a la orilla de los cenotes.

La torcaza araucana

hacía ásperos nidos matorrales

donde dejaba el real regalo

de sus huevos empavonados.

La Loica del Sur, fragante,

dulce carpintera de otoño,

mostraba su pecho estrellado

de constelación escarlata,

y el austral chingolo elevaba

su flauta recién recogida

de la eternidad del agua.

Más, húmedo como un nenúfar,

el flamenco abría sus puertas

de sonrosada catedral,

y volaba como la aurora,

lejos del bosque bochornoso

donde cuelga la pedrería

del quetzal, que de pronto despierta,

se mueve, resbala y fulgura

y hace volar su brasa virgen.

Vuela una montaña marina

hacia las islas, una luna

de aves que van hacia el Sur,

sobre las islas fermentadas del Perú.

Es un río vivo de sombra,

es un cometa de pequeños

corazones innumerables

que oscurecen el sol del mundo

como un astro de cola espesa

palpitando hacia el archipiélago.

Y en final del iracundo mar,

en la lluvia del océano

surgen las alas del albatros

como dos sistemas de sal

estableciendo en el silencio

entre las rachas torrenciales,

con su espaciosa jerarquía

el orden de las soledades.

7. Sandino


Fue cuando en tierra nuestra
se enterraron
las cruces, se gastaron
inválidas, profesionales.
Llegó el dólar de dientes agresivos
a morder territorio,
en la garganta pastoril de América.
Agarró Panamá con fauces duras,
hundió en la tierra fresca sus colmillos,
chapoteó en barro, whisky, sangre,
y juró un Presidente con levita:
«Sea con nosotros el soborno
de cada día.»
Luego, llegó el acero,
y el canal dividió las residencias,
aquí los amos, allí la servidumbre.
Corrieron hacia Nicaragua.
Bajaron, vestidos de blanco,
tirando dólares y tiros.
Pero allí surgió un capitán
que dijo: «No, aquí no pones
tus concesiones, tu botella.»
Le prometieron un retrato
de Presidente, con guantes,
banda terciada y zapatitos
de charol recién adquiridos.
Sandino se quitó las botas,
se hundió en los trémulos pantanos,
se terció la banda mojada
de la libertad en la selva,
y, tiro a tiro, respondió
a los «civilizadores.»
La furia norteamericana
fue indecible: documentados
embajadores convencieron
al mundo que su amor era
Nicaragua, que alguna vez
el orden debía llegar
a sus entrañas soñolientas.
Sandino colgó a los intrusos.
Los héroes de Wall Street
fueron comidos por la ciénaga,
un relámpago los mataba,
más de un machete los seguía,
una soga los despertaba
como una serpiente en la noche,
y colgando de un árbol eran
acarreados lentamente
por coleópteros azules
enredaderas devorantes.
Sandino estaba en el silencio,
en la Plaza del Pueblo, en todas
partes estaba Sandino,
matando norteamericanos,
ajusticiando invasores.
Y cuando vino la aviación,
la ofensiva de los ejércitos
acorazados, la incisión
de aplastadores poderíos,
Sandino, con sus guerrilleros,
como un espectro de la selva,
era un árbol que se enroscaba
o una tortuga que dormía
o un río que se deslizaba.
Pero árbol, tortuga, corriente
fueron la muerte vengadora,
fueron sistemas de la selva,
mortales síntomas de araña.
(En 1948
un guerrillero
de Grecia, columna de Esparta,
fue la urna de luz atacada
por los mercenarios del dólar.
Desde los montes echó fuego
sobre los pulpos de Chicago,
y como Sandino, el valiente
de Nicaragua, fue llamado
«bandolero de las montañas.»)
Pero cuando fuego, sangre
y dólar no destruyeron
la torre altiva de Sandino,
los guerreros de Wall Street
hicieron la paz, invitaron
a celebrarla al guerrillero,
y un traidor recién alquilado
le disparó su carabina.
Se llama Somoza. Hasta hoy
está reinando en Nicaragua:
los treinta dólares crecieron
y aumentaron en su barriga.
Ésta es la historia de Sandino,
capitán de Nicaragua,
encarnación desgarradora
de nuestra arena traicionada,
dividida y acometida,
martirizada y saqueada.

sandino


8. Neruda requiem æternam


Lacrimae para los vivientes
América esclavizada
esclavos de todos los pueblos
lacrimosa
tú fuiste él último sol
ahora dominan los duendes
la tierra
está huérfana
NERUDA REQUIEM ÆTERNAM

9. La United Fruits Co.


Cuando sonó la trompeta, estuvo
todo preparado en la tierra,
y Jehova repartió el mundo
a Coca-Cola Inc., Anaconda,
Ford Motors, y otras entidades:
la Compañía Frutera Inc.
se reservó lo más jugoso,
la costa central de mi tierra,
la dulce cintura de América.
 
Bautizó de nuevo sus tierras
como "Repúblicas Bananas,"
y sobre los muertos dormidos,
sobre los héroes inquietos
que conquistaron la grandeza,
la libertad y las banderas,
estableció la ópera bufa:
enajenó los albedríos
regaló coronas de César,
desenvainó la envidia, atrajo
la dictadora de las moscas,
moscas Trujillos, moscas Tachos,
moscas Carías, moscas Martínez,
moscas Ubico, moscas húmedas
de sangre humilde y mermelada,
moscas borrachas que zumban
sobre las tumbas populares,
moscas de circo, sabias moscas
entendidas en tiranía.
 
Entre las moscas sanguinarias
la Frutera desembarca,
arrasando el café y las frutas,
en sus barcos que deslizaron
como bandejas el tesoro
de nuestras tierras sumergidas.
 
Mientras tanto, por los abismos
azucarados de los puertos,
caían indios sepultados
en el vapor de la mañana:
un cuerpo rueda, una cosa
sin nombre, un número caído,
un racimo de fruta muerta
derramada en el pudridero.

bananas


10. Vegetaciones


A las tierras sin nombres y sin números
bajaba el viento desde otros dominios,
traía la lluvia hilos celestes,
y el dios de los altares impregnados
devolvía las flores y las vidas.
 
En la fertilidad crecía el tiempo.
 
El jacarandá elevaba espuma
hecha de resplandores transmarinos,
la araucaria de lanzas erizadas
era la magnitud contra la nieve,
el primordial árbol caoba
desde su copa destilaba sangre,
y al Sur de los alerces,
el árbol trueno, el árbol rojo,
el árbol de la espina, el árbol madre,
el ceibo bermellón, el árbol caucho,
eran volumen terrenal, sonido,
eran territoriales existencias.
 
Un nuevo aroma propagado
llenaba, por los intersticios
de la tierra, las respiraciones
convertidas en humo y fragancia:
el tabaco silvestre alzaba
su rosal de aire imaginario.
Como una lanza terminada en fuego
apareció el maíz, y su estatura
se desgranó y nació de nuevo,
diseminó su harina, tuvo
muertos bajo sus raíces,
y luego, en su cuna, miró
crecer los dioses vegetales.
Arruga y extensión, diseminaba
la semilla del viento
sobre las plumas de la cordillera,
espesa luz de germen y pezones,
aurora ciega amamantada
por los ungüentos terrenales
de la implacable latitud lluviosa,
de las cerradas noches manantiales,
de las cisternas matutinas.
Y aun en las llanuras
como láminas del planeta ,
bajo un fresco pueblo de estrellas,
rey de la hierba, el ombú detenía
el aire libre, el vuelo rumoroso
y montaba la pampa sujetándola
con su ramal de riendas y raíces.
 
América arboleda,
zarza salvaje entre los mares,
de polo a polo balanceabas,
tesoro verde, tu espesura.
 
Germinaba la noche
en ciudades de cáscaras sagradas,
en sonoras maderas,
extensas hojas que cubrían
la piedra germinal, los nacimientos.
Útero verde, americana
sabana seminal, bodega espesa,
una rama nació como una isla,
una hoja fue forma de la espada,
una flor fue relámpago y medusa,
un racimo redondeó su resumen,
una raíz descendió a las tinieblas.

11. Amor América


Antes de la peluca y la casaca
fueron los ríos, ríos arteriales,
fueron las cordilleras, en cuya onda raida
el cóndor o la nieve parecían inmóviles:
fue la humedad y la espesura, el trueno
sin nombre todavía, las pampas planetarias.
 
El hombre tierra fue, vasija, párpado
del barro trémulo, forma de la arcilla,
fue cantaro caribe, piedra chibcha,
copa imperial o silice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la empunadura
de su arma de cristal humedecido,
las iniciales de la tierra estaban escritas.
 
Nadie pudo
recordarlas después: el viento
las olvidó, el idioma del agua
fue enterrado, las claves se perdieron
o se inundaron de silencio o sangre.
 
No se perdió la vida, hermanos pastorales.
Pero como una rosa salvaje
cayo una gota roja en la espesura
y se apagó una lámpara de tierra.
 
Yo estoy aquí para contar la historia.
Desde la paz del búfalo
hasta las azotadas arenas
de la tierra final, en las espumas
acumuladas de la luz antártica,
y por las madrigueras despenadas
de la sombría paz venezolana,
te busque, padre mío,
joven guerrero de tiniebla y cobre
o tú, planta nupcial, cabellera indomable,
madre caimán, metálica paloma.
 
Yo, incásico del legamo,
toqué la piedra y dije:
¿Quién me espera? Y aprete la mano
sobre un punado de cristal vacío.
Pero anduve entre flores zapotecas
y dulce era la luz como un venado,
y era la sombra como un párpado verde.
 
Tierra mía sin nombre, sin América,
estambre equinoccial, lanza de púrpura,
tu aroma me trepó por las raíces
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada
palabra aún no nacida de mi boca.

12. Emiliano Zapata


Cuando arreciaron los dolores
en la tierra, y los espinares desolados
fueron la herencia de los campesinos,
y como antaño, las rapaces
barbas ceremoniales, y los látigos,
entonces, flor y fuego galopado.
 
«Borrachita me voy
hacia la capital...»
 
se encabritó en el alba transitoria
la tierra sacudida de cuchillos,
el peón de sus amargas madrigueras
cayó como un elote desgranado
sobre la soledad vertiginosa.
 
«a perdirle al patrón
que me mandó llamar»
 
Zapata entonces fue tierra y aurora.
la multitud de su semilla armada.
En un ataque de aguas y fronteras
el férreo manantial de Coahuila,
las estelares piedras de Sonora:
todo vino a su paso adelantado,
a su agraria tormenta de herraduras.
 
«que si se va del rancho
muy pronto volverá»
 
Reparte el pan, la tierra:
te acompaño.
Yo renuncio a mis párpados celestes.
Yo, Zapata, e voy con el rocio
de las caballerias matutinas,
en un disparo desde los nopales
hasta las casas de pared rosada.
 
«... cintitas pa tu pelo
no llores por tu Pancho...»
 
La luna duerme sobre las monturas.
La muerte amontonada y repartida
yace con los soldados de Zapata
El sueño esconde bajo los baluartes
de la pesada noche su destino,
su incubadora sábana sombria.
La hoguera agrupa el aire desvelado:
grasa, sudor y pólvora nocturna.
 
«...Borrachita me voy
para olvidarte...»
 
Pedimos patria para el humillado.
Tu cuchillo divide el patrimonio
y tiros y corceles amedrentan
los castigos, la barba del verdugo.
La tierra se reparte con un rifle.
No esperes, campesino polvoriento,
después de tu sudor la luz completa
y el cielo parcelado en tus rodillas.
Levántate y galopa con Zapata.
 
«...Yo la quise traer
dijo que no...»
 
México, huraña agricultura, amada
tierra entre los oscuros repartida:
de las espadas del maiz salieron
al sol tus centuriones sudorosos.
De la nieve del Sur vengo a cantarte
y Ilenarme de pólvora y arados.
 
«...Que si habrá de Ilorar
pa' qué volver...»

zapzap


13. América insurrecta


Nuestra tierra, ancha tierra, soledades,
se pobló de rumores, brazos, bocas.
Una callada sílaba iba ardiendo,
congregando la rosa clandestina,
hasta que las praderas trepidaron
cubiertas de metales y galopes.
 
Fue dura la verdad como un arado.
 
Rompió la tierra, estableció el deseo,
hundió sus propagandas germinales
y nació en la secreta primavera.
Fue callada su flor, fue rechazada
su reunión de luz, fue combatida
la levadura colectiva, el beso
de las banderas escondidas,
pero surgió rompiendo las paredes,
apartando las cárceles del suelo.
El pueblo oscuro fue su copa,
recibió la substancia rechazada,
la propagó en los límites marítimos,
la machacó en morteros indomables.
Y salió con las páginas golpeadas
y con la primavera en el camino.
Hora de ayer, hora de mediodía,
hora de hoy otra vez, hora esperada
entre el minuto muerto y el que nace,
en la erizada edad de la mentira.
 
Patria, naciste de los leñadores,
de hijos sin bautizar, de carpinteros,
de los que dieron como un ave extraña
una gota de sangre voladora,
y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.
 
Hoy nacerás del pueblo como entonces.
 
Hoy saldrás del carbón y del rocío.
Hoy llegarás a sacudir las puertas
con manos maltratadas,con pedazos
de alma sobreviviente, con racimos
de miradas que no extinguió la muerte,
con herramientas hurañas
armadas bajo los harapos.
1. Quelques bêtes


C'était le crépuscule de l'iguane
À la crête iridescente
Sa langue comme un dard
S'enfonçait dans le vert,
Le tamanoir monacal écrasait
De son pas mélodieux la forêt;
Le guanaco léger comme l'oxygène
Dans les vastes hauteurs obscures
S'en allait chaussé de bottes d'or,
Pendant que le lama ouvrait
Des yeux candides sur la délicatesse
Du monde couvert de rosée.
Les singes tressaient un fil
Interminablement érotique
Aux rives de l'aurore;
Abattant des murs de pollen
Et affolant le vol violet
Des papillons de Muzo.
C'était la nuit des caïmans
La nuit pure et pullulante
De museaux sortant de la boue,
Et des marais somnolents,
Un bruit sourd de charpentes
Renvoie à l'origine terrestre.
Le jaguar touchait les feuilles
De son absence phosphorescente.
Le puma court dans les frondes
Comme le feu dévorant
Tandis qu'en lui brûlent les yeux
Alcooliques de la forêt.
Les blaireaux grattent le fond
De la rivière, ils flairent le nid
Dont ils attaquent de leurs dents rouges
Le délice palpitant.

Et dans le fond de la grande eau,
Comme le cercle de la terre,
Se tient le gigantesque anaconda
Couvert des boues rituelles,
Dévoreur et religieux.

2. Je vivrai


Je ne m'en vais pas mourir. Je sors
Maintenant, en ce jour plein de volcans
Vers la multitude, vers la vie.
Je laisse se faire ces choses ici
Aujourd'hui que les pistoleros se promènent
Avec la « culture occidentale » dans leurs bras,
Avec leurs mains qui tuent en Espagne
Et les gibets qui oscillent à Athènes
Et le déshonneur qui gouverne le Chili
Et j'arrête mon énumération.

3. Les Libérateurs


Voici ici l'arbre, l'arbre
De la tourmente, l'arbre du peuple.
De la terre se dressent ses héros
Comme les feuilles sous la sève,

Et le vent fracasse les feuillages
D'une foule bruissante,
Jusqu'à ce que la graine
Du pain à nouveau aille à terre.

Voici ici l'arbre, l'arbre
Nourri des morts dénudés,
Des morts battus et blessés,
Morts aux visages impossibles,
Empalés sur une lance,
Équarris sur le bûcher,
Décapités à la hache,
Écartelés par des chevaux,
Crucifiés dans l'église.

Voici ici l'arbre, l'arbre
Dont les racines sont vivantes,
Il soutire le salpêtre du martyr,
Ses racines se nourrissent de sang
Et il arrache des larmes du sol.
Les monte dans ses branches,
Les répartit dans sa ramure.
Il y eut des fleurs invisibles,
Parfois des fleurs souterraines,
D'autres fois, elles illuminèrent
Leurs pétales, comme des planètes.

Et l'homme cueille dans ses branches
Les escargots indurés,
Il les passe de main en main
Comme des magnolias ou des grenades
Et soudain, ils ouvrirent la terre
Et crurent jusqu'aux étoiles.

Tel est l'arbre des libres.
L'arbre terre, l'arbre nue
L'arbre pain, l'arbre flèche
L'arbre poing, l'arbre feu.

De son eau tourmentée le noie,
Notre époque nocturne
Mais son tronc équilibre
Le cercle de son domaine.

D'autres fois, à nouveau tombent
Les branches brisées par la colère
Et une cendre menaçante
Couvre son antique majesté;
Ainsi il passa à d'autres temps,
Ainsi il échappa à son agonie,
Jusqu'à ce qu'une main secrète,
Des bras innombrables
Le peuple garda ses fragments
Cacha des troncs immuables,
Et ses lèvres étaient les feuilles
de l'immense arbre réparti,
Disséminé de toutes parts,
Marchant sur ses racines.
Tel est l'arbre, l'arbre
Du peuple, de tous les peuples
De la liberté, de la lutte.

Penché sur sa chevelure,
Il touche ses rayons renouvelés;
Il plonge la main dans ses usines
Où son fruit palpitant
Propage sa lumière chaque jour.
Soulève cette terre entre tes mains,
Participe de cette splendeur,
prends ton pain et ta pomme
Ton cœur et ton cheval
Et monte la garde à la frontière,
Dans les limites de tes feuilles.

Défends les bouts de tes corolles,
Partage les nuits hostiles,
Veille au cycle de l'aurore,
Respire la hauteur stellaire,
En soutenant l'arbre, l'arbre
Qui croît au milieu de la terre.
Là, je reste avec des mots, des peuples, des chemins
Qui m'attendent à nouveau et qui frappent
De leurs mains étoilées à ma porte.

4. À mon parti


Tu m'as donné la fraternité envers celui que je ne connais pas
Tu m'as apporté la force de tous ceux qui vivent.
Tu m'as rendu la patrie comme une seconde naissance.
Tu m'as donné la liberté que ne détient pas le solitaire
Tu m'as appris à allumer la bonté comme le feu ,
Tu m'as donné la droiture nécessaire à l'arbre
Tu m'as appris à voir l'unité et la différence entre les hommes
Tu m'as montré comment la douleur d'un être meurt dans la victoire de tous.
Tu m'as appris à dormir dans les lits durs de mes frères.
Tu m'as fait construire sur la réalité comme sur un rocher.
Tu m'as fait ennemi du mal et mur face au fanatique.
Tu m'as fait voir la clarté du monde et la possibilité de la joie.
Tu m'as rendu indestructible de sorte qu'avec toi, je ne finisse pas en moi-même.

5. Lautaro


Lautaro. Son nom original, Leftraru, signifie "Caracara qui vole vite" en langue Mapuche.
Lautaro. Son nom original, Leftraru, signifie "Caracara qui vole vite" en langue Mapuche.


Lautaro était une flèche subtile.
Élastique et azur fut notre père.
Seule sa prime jeunesse fut silencieuse.
Son adolescence fut maîtresse.
Sa jeunesse fut un un vent orienté
Il se prépara comme une longue lance.
Il entraîna ses pieds dans les cascades.
Il éduqua sa tête dans les épines.
Il accomplit les épreuves du guanaco.
Il vécut dans les refuges de la neige.
Il marauda les repas des aigles
Il grappilla les secrets du roc.

Il manipula les pétales du feu
Il se nourrit de printemps froid
Il se brûla dans les gorges infernales.
Il fut chasseur parmi les oiseaux cruels.
Ses mains se teignirent de victoires
Il lut les agressions de la nuit.
Il soutînt les avalanches de soufre.
Il fut vitesse, il fut la foudre.
Il connut les lenteurs de l'automne.
Il travailla dans des repaires invisibles,
Il dormit dans les draps des congères
Il régit le parcours des flèches.

Il but le sang sauvage des chemins
Il arraisonna le trésor des ondes
Il se fit menace comme un dieu ombrageux
Il mangea dans chaque cuisine de son village
Il apprit l'alphabet de l'éclair
Il renifla les cendres éparses
Il enveloppa son cœur dans des peaux noires.
Il déchiffra la spirale du fil de la fumée
Il se construisit de fibres taciturnes
Il s'enduisit de l'âme de l'olive
Il se fit cristal à la transparence dure
Il étudia les ouragans
Il se battit jusqu'au sang

Alors seulement il fut digne de son peuple.

6. Les oiseaux arrivent


Tout était vol sur notre terre.
Comme des gouttes de sang et des plumes
Les cardinaux ensanglantaient
L'aurore d'Anáhuac.
Le toucan était une adorable
Caisse de fruits vernis,
Le colibri regarda les étincelles
Originales de l'éclair
Et ses bûchers minuscules
Brûlaient dans l'air immobile.
Les perroquets illustres emplissaient
La profondeur du feuillage
Comme des lingots d'or vert
Récemment sortis de la pâte
Des marais submergés
Et de leurs yeux ronds
Ils regardaient un anneau jaune,
Vieux comme les minéraux.
Tous les aigles du ciel
Nourrissaient leur descendance sanguinaire
Dans l'azur inhabité,
Et par-dessus les plumes carnivores
Volait au-dessus du monde,
Le condor, roi assassin,
Frère solitaire du ciel,
Talisman noir de la neige,
Ouragan de la fauconnerie.
L'ingénierie du four
Fait de la boue odorante
De petits théâtres sonores
Où il apparaissait en chantant.
L'engoulevent allait
Lançant son cri humecté
À l'oreille des cénotes.
Le pigeon du Chili
Faisait de rudes nids fourrés
Où il laissait le cadeau royal
De ses œufs irisés.
La Loica du sud, parfumée,
Doux charpentier de l'automne,
Montrait son poitrail constellé
D'étoiles écarlates,
Et le chingolo austral élevait
Son chant à peine recueilli
De l'éternité de l'eau.
De plus, humide comme un nénuphar,
Le flamant ouvrait les portes
De sa cathédrale rose
Et volait comme l'aurore,
Loin du bois étouffant
Où pendent les pierres précieuses
Du quetzal, qui soudain se réveille,
Bouge, glisse et brille
Et fait voler sa braise vierge.
Une montagne marine explose
Elle crée des îles, une lune
Des oiseaux qui vont vers le Sud,
Par-dessus les îles fermentantes du Pérou.
C'est un fleuve vivant d'ombre,
C'est une comète de petits
Cœurs innombrables
Qui obscurcissent le soleil du monde
Comme un astre à la queue épaisse
Palpitant vers l'archipel.
Et au bout de la mer coléreuse
Dans la pluie de l'océan
Jaillissent les ailes de l'albatros
Comme deux systèmes de sel
Établissant dans le silence
Entre les rafales torrentielles
De leur spacieuse hiérarchie
L'ordre des solitudes.

7. Sandino


sandino


Ce fut quand dans notre terre
Les croix s'implantèrent
Elles se consommèrent
Dévaluées, professionnelles.
Arriva le dollar aux dents agressives
Pour arracher du territoire,
De la gorge pastorale de l'Amérique.
Il attrapa Panama dans ses mâchoires dures,
Il enfonça ses canines dans la terre fraîche
Il barbota dans la fange, le whisky, le sang,
Et un président en redingote jura :
« Donne chaque jour notre pot de vin
Quotidien ».
Rapidement, arriva l'acier,
Et le canal divisa les résidences,
Ici, les maîtres; là, les serviteurs.
Ils coururent au Nicaragua
Ils descendirent, vêtus de blanc,
Tirant des dollars et des coups.
Mais là se dressa un capitaine
Qui dit : « Non, ici tu ne poses pas
Tes concessions, ni ta bouteille ».
Ils lui promirent un portrait
De Président, avec des gants,
Un ruban en bandoulière et des souliers
Vernis achetés récemment.
Sandino quitta ses bottes,
S'enfonça dans les marais mouvants,
Se mit en bandoulière la banderole trempée
De la liberté dans la forêt
Et, coup par coup, répondit
Aux « civilisateurs »
La furie nordaméricaine
Fut indicible : de documentés
Ambassadeurs convainquirent
Le monde que le Nicaragua était
Leur amour, qu'une bonne fois
L'ordre devait régner
Sur ses entrailles somnolentes.
Sandino pendit les intrus.
Les héros de Wall-Street
Furent mangés par le marais,
Un éclair les tuait,
Plus d'une machette les poursuivait,
Une corde les réveillait
Comme un serpent dans la nuit
Et pendant d'un arbre étaient
Emmenés lentement
Par des coléoptères bleus
Rampants dévorants.
Sandino se tenait en silence
Sur la Place du Peuple, tout
Partout était Sandino,
Tuant les Nordaméricains
Justiciant des envahisseurs.
Et quand vînt l'aviation,
L'offensive des armées
Blindées, l'intervention
De forces écrasantes,
Sandino, avec ses guérilleros,
Comme un spectre de la forêt,
Était un arbre qui s'enroulait
Ou une tortue qui dormait
Ou un ruisseau qui coulait.
Cependant arbre, tortue, courant
Furent la mort vengeresse,
Furent les armes de la forêt,
Symptômes mortels de l'araignée.
( En 1948,
De Grèce, colonne de Sparte,
Fut la vitrine de lumière attaquée
Par les mercenaires du dollar.
des montagnes il lança le feu
Sur les pieuvres de Chicago
Et comme Sandino, le vaillant
Du Nicaragua, il fut appelé
« Le bandit des montagnes. »)
Cependant quand feu, sang
Et dollar ne détruisirent pas
La tour d'orgueil de Sandino
Les guerriers de Wall Street
Firent la paix, invitèrent
Le guérillero à la célébrer.
Et un traître à peine acheté
Le flingua à la carabine.
Il s'appelle Somoza. Encore aujourd'hui
Il règne sur le Nicaragua;
Les trente dollars crurent
Et multiplièrent dans sa panse.
Telle est l'histoire de Sandino,
Capitaine du Nicaragua,
Incarnation déchirante
De notre arène trahie
Divisée et attaquée,
Martyrisée et pillée.

8. Neruda requiem æternam


Lacrimae pour les vivants
Amérique esclavagée
Esclaves de tous les peuples
Lacrimosa
Tu fus le dernier soleil
À présent dominent les gnomes
La terre
Est orpheline
NERUDA REQUIEM ÆTERNAM

9. La United Fruits Co.


Quand sonna la trompette, tout
Était prêt sur la terre,
Et Jéhovah répartit le monde
Entre Coca-Cola Inc., Anaconda,
Ford Motors, et autres sociétés;
La United Fruits Co.
Se réserva le plus juteux,
La côte centrale de ma terre,
La douce ceinture de l'Amérique.

Elle rebaptisa ses terres
En « Républiques bananières »
Et sur les morts endormis,
Sur les héros inquiets
Qui avaient conquis la grandeur,
La liberté et les drapeaux,
Elle installa son opéra bouffe :
Elle aliéna le libre arbitre,
Elle offrit des couronnes aux Césars;
Elle déchaîna l'envie, elle attira
La dictature des mouches :
Mouches Trujillos, mouches Tachos,
Mouches Carías, mouches Martínez,
Mouches Ubico, mouches humides
De sang humble et de confiture,
Mouches soûles qui bourdonnent
Sur les tombes populaires
Mouches de cirque, mouches savantes
Expertes en tyrannie.

Au milieu des mouches sanguinaires
La United Fruits débarqua
Raflant le café et les fruits
Dans ses barques qui enlevèrent
Comme sur des plateaux le trésor
De nos terres submergées.

Entretemps, dans les abîmes
Sucrés de nos ports,
Tombaient les Indiens ensevelis
Dans la vapeur du matin :
Un corps brisé, une chose
Sans nom, un numéro tombé,
Une rafle de fruits morte
Jetée au pourrissoir.

bananas


10. Végétations


Sur les terres sans nom et sans numéro
Descendait le vent d'autres lieux,
La pluie apportait ses fils célestes,
Et le dieu des autels imprégnés
Rendait des fleurs et des vies.

Le temps crut dans la fertilité.
La jacaranda élevait une écume
Faite de splendeurs ultramarines
L'araucaria hérissé de lances
Opposait sa grandeur à la neige,
L'acajou, arbre primordial
De sa cime distillait du sang,
Et au Sud des cèdres
L'arbre tonnerre, l'arbre rouge,
L'arbre à l'épine, l'arbre mère,
L'érythrine vermillon, l'arbre caoutchouc,
Étaient des volumes terrestres, du son
Étaient des territoires d'existence.

Un nouveau parfum diffus
Emplissait, par les interstices
De la terre, les respirations
Converties en fumée et en parfum.
Le tabac sylvestre élevait
Son rosier d'air imaginaire.
Comme une lance au bout de feu
Apparut le maïs, et sa silhouette
S'égrena et il renaquit ensuite,
Dissémina sa farine, prit
Les morts sous ses racines
Et ensuite, dans son berceau, regarda
Grandir les dieux végétaux.
Ride et excroissance, il disséminait
La semence du vent,
Sur les plumes de la cordillère,
La lumière épaisse de germes et de brins,
Aurore aveugle nourrie
Par les onguents terreux
De l'implacable latitude pluvieuse,
Des sombres nuits surgissantes,
Des citernes matutinales,
Et bien que dans les plaines
Comme des tranches de la planète,
Sous un frais village d'étoiles,
Roi de l'herbe, l'ombù retient
Son air libre, son vol bruyant
Et il montait la pampa en l'enserrant
De sa ramification de branches et de racines.

Amérique boisée,
Ronce sauvage entre les mers,
De pôle à pôle tu balances,
Trésor vert, ta broussaille.

La nuit germait
Dans des villes d'écorces sacrées
En bois sonores,
Feuilles étendues que couvraient
La pierre germinale, les naissances.
Vert utérus, américaine
Savane séminale, magasin comble
Une branche naquit comme une île,
Une feuille prit la forme de l'épée,
Une fleur fut éclair et méduse,
Une grappe arrondit son résumé
Une racine descendit dans les ténèbres.

11. Amor América


Avant la perruque et la casaque,
Il y eut les rivières, rivières artérielles
Il y eut les cordillères, sur la vague desquelles
Le condor et la neige paraissent immobiles.
Il y eut l'humidité et la luxuriance, le tonnerre
Toujours sans nom, les pampas planétaires.

L'homme fut terre, pot, paupière
De boue tremblant, forme d'argile,
Il fut cruche caraïbe, pierre chibcha,
Coupe impériale ou silice araucan.
Il fut tendre et sanguinaire, cependant dans la poignée
De son arme de cristal embuée,
Les initiales de sa terre étaient écrites.

Depuis personne ne put
S'en rappeler : le vent
Les oublia, la langue de l'eau
Fut enterrée, les clés se perdirent
Ou s'inondèrent de silence ou de sang.

La vie ne se perdit pas, frères pastoraux
Mais comme une rose sauvage
Tomba une goutte de sang dans la masse
Et s'éteignit une lampe de terre.

Je suis ici pour conter l'histoire.
Depuis la paix du buffle
Jusqu'aux sables fouettés
De la terre finale, dans les écumes
Accumulées de la lumière antarctique,
Et par les tanières perdues
De la sombre paix vénézuelienne,
Je te cherchai, mon père,
Jeune guerrier de ténèbres et de cuivre
Ou toi, plante nuptiale, chevelure indomptable,
Mère caïman, colombe métallique.

Moi, de descendance inca,
Je touchai la pierre et je dis :

Qui m'attend ? Et je serre la main
Sur une poignée de cristal vide.
Pourtant je me promenai parmi les fleurs zapotèques
Et la lumière était douce comme un cerf
Et l'ombre était comme une paupière verte

Ma terre sans nom, sans Amérique,
Étamine équinoxiale, lance de pourpre,
Ton arôme monte par mes racines
Jusqu'à la coupe que je buvais, jusqu'à la plus menue
Parole qui soit jamais née de ma bouche.

12. Emiliano Zapata


Quand redoublèrent les douleurs
Sur la terre, et que les épinaies désolées
Furent l'héritage des paysans,
Et que comme autrefois, les rapaces
Barbes cérémonieuses, et leurs fouets,
Alors, fleur et feu galopant.

« Soûle je vais
Vers la capitale... »

Se cabra à l'aube fugace
La terre battue de couteaux,
Le péon de son repaire amer
Tomba comme un épi de maïs égrené
Sur ma solitude vertigineuse.

« Le dire au patron
Qui m'envoie chercher »

Alors Zapata fut terre et aurore
La multitude de sa semence armée
Dans une attaque d'eaux et de frontières
La source ferreuse de Coahuila,
Les pierres sidérales de Sonora;
Tout vint à son pas avancé,
À son orage agraire de fers à cheval.

« Qui quitte le rancho
Y reviendra bientôt »

Partage le pain, la terre;
Je t'accompagne.
Je renonce à mes paupières célestes.
Moi, Zapata, je m'en vais avec la rosée
Des cavalcades matutinales,
D'une traite depuis les nopales
Jusqu'aux maisons aux murs roses.

« … Petits nœuds pour tes cheveux
Ne pleure pas pour ton Pancho... »

La lune dort au-dessus des montures
La mort entassée et partagée
Gît avec les soldats de Zapata.
Le sommeil cache sous les bastions
De la nuit lourde son destin,
Sa sombre savane incubatrice.
Le bûcher concentre l'air insomniaque :
Gras, sueur et poussière nocturnes.

« Soûle, je m'en vais
Pour oublier. »

Nous demandons une patrie pour l'humilié
Ton couteau divise le patrimoine
Et des tirs et des coursiers effrayaient
Les punitions, la barbe du bourreau.
La terre se partage au fusil.
N'attends pas, paysan poussiéreux,
Après ta sueur, la lumière complète
Et le ciel en parcelles dans tes genoux.
Lève-toi et galope avec Zapata.

« … Moi, je veux l'emporter
Il dit que non... »

Mexico, agriculture sauvage, terrestres
Aimée répartie entre les obscurs :
Des épées de maïs sortirent
Au soleil tes centurions en sueur.
De la neige du Sud je viens te chanter
Et m'emplir de poussière et de charrues.

« … Car s'il faut pleurer
Pourquoi retourner... »

zapknees


13. Amérique insurgée


Notre terre, large terre, solitudes,
Se peuple de bruits, de bras, de bouches.
Une syllabe silencieuse allait brûlant,
S'alliant la rose clandestine,
Jusqu'à ce que les prairies tremblent
Couvertes de métal et de galops.

La vérité fut dure comme un soc.

Il rompit la terre, établit le désir,
Il enfonça ses germes de propagande
Et il naquit dans le printemps secret.
Sa fleur fut silence, sa réunion de lumière
Fut rechassée, la levée collective
Fut combattue, le baiser
Des drapeaux cachés,
Pourtant il surgit rompant les parois,
Éloignant les prisons du sol.
Le peuple obscur fut sa coupe,
Reçut la substance rechassée,
Il la propagea dans les limites maritimes,
Il la pila dans des mortiers indomptables.
Et il sortit avec les pages martelées
Et avec le printemps sur le chemin.
Heure d'hier, heure de mi-journée,
Heure d'aujourd'hui encore, heure attendue
Entre la minute morte et celle qui naît,
Dans l'âge hérissé du mensonge.

Patrie, tu naquis des bûcherons,
De fils sans baptême, de charpentiers,
De ceux qui appelèrent oiseau étrange
Une goutte de sang volante,
Et aujourd'hui tu naîtras de nouveau durement
D'où le traître et le garde-chiourme
Te croient pour toujours plongée.

Aujourd'hui, tu naîtras du peuple comme alors.

Aujourd'hui, tu sortiras du charbon et du roc
Aujourd'hui tu arriveras à ébranler les portes
Avec des mains maltraitées, avec des morceaux
D'âme survivante, avec des grappes
De regards que la mort n'éteint pas,
Avec des outils sauvages
Armés sous tes haillons.


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