Cantata Santa María de Iquique
QuilapayúnOriginal | Version française - CANTATE SAINTE MARIE DE IQUIQUE – Marco Va... |
CANTATA SANTA MARÍA DE IQUIQUE 1. Pregón Señoras y Señores venimos a contar aquello que la historia no quiere recordar. Pasó en el Norte Grande, fue Iquique la ciudad. Mil novecientos siete marcó fatalidad. Allí al pampino pobre mataron por matar. Seremos los hablantes diremos la verdad. Verdad que es muerte amarga de obreros del Salar. Recuerden nuestra historia de duelo sin perdón. Por más que el tiempo pase no hay nunca que olvidar. Ahora les pedimos que pongan atención. 2. Relato I Si contemplan la pampa y sus rincones verán las sequedades del silencio, el suelo sin milagro y oficinas vacías, como el último desierto. Y si observan la pampa y la imaginan en tiempos de la Industria del Salitre verán a la mujer y al fogón mustio, al obrero sin cara, al niño triste. También verán la choza mortecina, la vela que alumbraba su carencia, algunas calaminas por paredes y por lecho, los sacos y la tierra. También verán castigos humillantes, un cepo en que fijaban al obrero por días y por días contra el sol; no importa si al final se iba muriendo. La culpa del obrero, muchas veces, era el dolor altivo que mostraba. Rebelión impotente, ¡una insolencia! La ley del patrón rico es ley sagrada. También verán el pago que les daban. Dinero no veían, sólo fichas; una por cada día trabajado, y aquélla era cambiada por comida. ¡Cuidado con comprar en otras partes! De ninguna manera se podía aunque las cosas fuesen más baratas. Lo había prohibido la Oficina. El poder comprador de aquella ficha había ido bajando con el tiempo pero el mismo jornal seguían pagando. Ni por nada del mundo un aumento. Si contemplan la pampa y sus rincones verán las sequedades del silencio. Y si observan la pampa cómo fuera sentirán, destrozados, los lamentos. 3. Canción I El sol en desierto grande y la sal que nos quemaba. El frío en las soledades, camanchaca y noche larga. El hambre de piedra seca y quejidos que escuchaba. e i gemiti che ascoltava. La vida de muerte lenta y la lágrima soltada. Las casas desposeídas y el obrero que esperaba al sueño que era el olvido sólo espina postergada. El viento en la pampa inmensa nunca más se terminara. Dureza de sequedades para siempre se quedara. Salitre, lluvia bendita, se volvía la malvada. La pampa, pan de los días, cementerio y tierra amarga. Seguía pasando el tiempo y seguía historia mala, dureza de sequedades para siempre se quedara. 4. Relato II Se había acumulado mucho daño, mucha pobreza, muchas injusticias; ya no podían más y las palabras tuvieron que pedir lo que debían. A fines de mil novecientos siete se gestaba la huelga en San Lorenzo y al mismo tiempo todos escuchaban un grito que volaba en el desierto. De una a otra Oficina, como ráfagas, se oían las protestas del obrero. De una a otra Oficina, los Señores, el rostro indiferente o el desprecio. Qué les puede importar la rebeldía de los desposeídos, de los parias. Ya pronto volverán arrepentidos, el hambre los traerá, cabeza gacha. ¿Qué hacer entonces, qué, si nadie escucha? Hermano con hermano preguntaban. Es justo lo pedido y es tan poco ¿tendremos que perder las esperanzas? Así, con el amor y el sufrimiento se fueron aunando voluntades, en un solo lugar comprenderían, había que bajar al puerto grande. 5. Canción II: Vamos, mujer Vamos mujer, partamos a la ciudad. Todo será distinto, no hay que dudar. No hay que dudar, confía, ya vas a ver, porque en Iquique todos van a entender. Toma mujer mi manta, te abrigará. Ponte al niñito en brazos, no llorará. No llorará, confía, va a sonreír. Le cantarás un canto, se va a dormir. ¿Qué es lo que pasa?, dime, no calles más. Largo camino tienes que recorrer atravesando cerros, vamos mujer. Vamos mujer, confía, que hay que llegar en la ciudad podremos ver todo el mar. Dicen que Iquique es grande como un Salar, que hay muchas casas lindas, te gustarán. Te gustarán, confía, como que hay Dios, allá en el puerto todo va a ser mejor. ¿Qué es lo que pasa?, dime, no calles más. Vamos mujer, partamos a la ciudad. Todo será distinto, no hay que dudar. No hay que dudar, confía, ya vas a ver, porque en Iquique todos van a entender. 6. Relato III Del quince al veintiuno, mes de diciembre, se hizo el largo viaje por las pendientes. Veintiséis mil bajaron o tal vez más con silencios gastados en el Salar. nelle miniere di salnitro. Iban bajando ansiosos, iban llegando los miles de la pampa, los postergados. No mendigaban nada, sólo querían respuesta a lo pedido, respuesta limpia. Algunos en Iquique los comprendieron y se unieron a ellos, eran los Gremios. Y solidarizaron los carpinteros, los de la Maestranza, los carreteros, los pintores y sastres, los jornaleros, lancheros y albañiles, los panaderos, gasfiteros y abastos, los cargadores. Gremios de apoyo justo, de gente pobre. Los Señores de Iquique tenían miedo; era mucho pedir ver tanto obrero. El pampino no era hombre cabal, podía ser ladrón o asesinar. Mientras tanto las casas eran cerradas, miraban solamente tras las ventanas. El Comercio cerró también sus puertas, había que cuidarse de tanta bestia. Mejor que los juntaran en algún sitio, si andaban por las calles era un peligro. 7. Interludio cantado Se han unido con nosotros compañeros de esperanza y los otros, los más ricos, no nos quieren dar la cara. Hasta Iquique nos hemos venido pero Iquique nos ve como extraños. Nos comprenden algunos amigos y los otros nos quitan la mano. 8. Relato IV El sitio al que los llevaban era una escuela vacía y la escuela se llamaba Santa María. Dejaron a los obreros, los dejaron con sonrisas. Que esperaran les dijeron sólo unos días. Los hombres se confiaron, no les faltaba paciencia ya que habían esperado la vida entera. Siete días esperaron, pero qué infierno se vuelven cuando el pan se está jugando con la muerte. Obrero siempre es peligro. Precaverse es necesario. Así el Estado de Sitio fue declarado. fu dichiarato. El aire trajo un anuncio, se oía tambor ausente. Era el día veintiuno de diciembre. 9. Canción III Soy obrero pampino y soy tan reviejo como el que más y comienza a cantar mi voz con temores de algo fatal. Lo que siento en esta ocasión, lo tendré que comunicar, algo triste va a suceder, algo horrible nos pasará. El desierto me ha sido infiel, sólo tierra cascada y sal, piedra amarga de mi dolor, roca triste de sequedad. Ya no siento más que mudez y agonías de soledad sólo ruinas de ingratitud y recuerdos que hacen llorar. Que en la vida no hay que temer lo he aprendido ya con la edad, pero adentro siento un clamor y que ahora me hace temblar. Es la muerte que surgirá galopando en la oscuridad. Por el mar aparecerá, ya soy viejo y sé que vendrá. 10. Relato V Nadie diga palabra que llegará un noble militar, un General. Él sabrá cómo hablarles, con el cuidado que trata el caballero a sus lacayos. coi suoi lacche'. El General ya llega con mucho boato y muy bien precavido con sus soldados. Las ametralladoras están dispuestas y estratégicamente rodean la escuela. Desde un balcón les habla con dignidad. Esto es lo que les dice el General "Que no sirve de nada tanta comedia. Que dejen de inventar tanta miseria. Que no entienden deberes son ignorantes. Que perturban el orden, que son maleantes. Que están contra el país, que son traidores. Que roban a la patria, que son ladrones. Que han violado a mujeres, que son indignos. Que han matado a soldados, son asesinos. Que es mejor que se vayan sin protestar Que aunque pidan y pidan nada obtendrán. Vayan saliendo entonces de ese lugar, que si no acatan órdenes lo sentirán". Desde la escuela, "El Rucio", obrero ardiente, responde sin vacilar con voz valiente, "Usted, señor General no nos entiende. Seguiremos esperando, así nos cueste. Ya no somos animales, ya no rebaños, levantaremos la mano, el puño en alto. Vamos a dar nuevas fuerzas con nuestro ejemplo Y el futuro lo sabrá, se lo prometo. Y si quiere amenazar aquí estoy yo. Dispárele a este obrero al corazón". El General que lo escucha no ha vacilado, con rabia y gesto altanero le ha disparado, y el primer disparo es orden para matanza y así comienza el infierno con las descargas. 11. Canción litanía Murieron tres mil seiscientos, uno tras otro. Tres mil seiscientos mataron uno tras otro. La escuela Santa María vio sangre obrera. La sangre que conocía sólo miseria. Serían tres mil seiscientos ensordecidos. Y fueron tres mil seiscientos enmudecidos. La escuela Santa María fue el exterminio de vida que se moría, sólo alarido. Tres mil seiscientas miradas que se apagaron. Tres mil seiscientos obreros asesinados. 12. Canción IV Un niño juega en la escuela Santa María. Si juega a buscar tesoros ¿qué encontraría? A los hombres de la pampa que quisieron protestar los mataron como perros porque había que matar. No hay que ser pobre, amigo, es peligroso. No hay ni que hablar, amigo, es peligroso. Las mujeres de la Pampa se pusieron a llorar y también las matarían porque había que matar. No hay que ser pobre, amiga, es peligroso. No hay que llorar, amiga, es peligroso. Y a los niños de la Pampa que miraban, nada más, también a ellos los mataron porque había que matar. No hay que ser pobre, hijito, es peligroso. No hay que nacer, hijito, es peligroso. ¿Dónde están los asesinos que mataron por matar? Lo juramos por la tierra, los tendremos que encontrar. Lo juramos por la vida, lo tendremos que encontrar. Lo juramos por la muerte, los tendremos que encontrar. Lo juramos compañeros, ese día llegará. 13. Canción pregón Señoras y señores, aquí termina las historia de la escuela Santa María. Y ahora con respeto les pediría que escuchen la canción de despedida. 14. Canción final Ustedes que ya escucharon la historia que se contó no sigan allí sentados pensando que ya pasó. No basta sólo el recuerdo, el canto no bastará. No basta sólo el lamento, miremos la realidad. Quizás mañana o pasado o bien, en un tiempo más, la historia que han escuchado de nuevo sucederá. Es Chile un país tan largo, mil cosas pueden pasar si es que no nos preparamos resueltos para luchar. Tenemos razones puras, tenemos por qué pelear. Tenemos las manos duras, tenemos con qué ganar. Unámonos como hermanos que nadie nos vencerá. Si quieren esclavizarnos, jamás lo podrán lograr. La tierra será de todos también será nuestro el mar. Justicia habrá para todos y habrá también libertad. Luchemos por los derechos que todos deben tener. Luchemos por lo que es nuestro, de nadie más ha de ser. | CANTATE SAINTE MARIE DE IQUIQUE 1. Votre attention... Mesdames, messieurs, Nous allons vous conter Ce que l'histoire Ne veut pas se rappeler. Cela se passe dans le Grand Nord Dans la ville d'Iquique. En mil neuf cent et sept Frappa la fatalité. Là, le pauvre vacher Fut tué pour tuer. Nous sommes les trouvères Nous dirons la vérité. Vérité morte amère Des ouvriers de la potasse. Nous rappelons notre histoire De douleur sans pitié. Car plus le temps passe Moins il faut oublier. À présent, nous vous demandons Votre attention. 2. Premier récit Voici la pampa sans repères Les lieux arides du silence Le sol sans miracle et les ateliers vides Comme au bout du désert. Et si vous observez la pampa et l'imaginez Au temps de l'industrie du salpêtre Vous verrez la femme au foyer L'ouvrier sans visage et l'enfant triste Sans doute, la hutte en ruines, La chandelle qui illuminait sa misère, Les parois encroûtées de calamine Et pour lit, des sacs et la terre. Mais aussi, d'humiliants supplices, Un piquet où on lie l'ouvrier Sous le soleil des jours entiers Qu'importe, si à la fin, il crève. La faute de l'ouvrier, souventefois, Était sa fière souffrance. Rébellion impuissante. Insolence ! La loi du riche patron est la loi. Voyez ce qu'ils lui baillent Des bons à valoir ; jamais d'argent Un pour chaque jour de travail Pour la nourriture, uniquement. Et pas question d'acheter ailleurs On ne pouvait d'aucune manière Même si c'était moins cher. C'était interdit par le directeur. Le pouvoir d'achat de ces bons Baissait au fil du temps Le salaire restait constant Et surtout, jamais d'augmentation. Voici la pampa sans repères Les lieux arides du silence Si vous observez la pampa d'hier Vous entendrez leurs lamentations, par bribes. 3. Chanson I Le soleil dans le grand désert Et le sel qui nous brûla Et le froid si amer Dans la nuit et la camanchaca. La faim de pierre sèche Et nos gémissements qu'elle écoutait. Notre vie de mort lente Et les larmes qui coulaient. Les maisons expropriées Et l'ouvrier attendait Le sommeil, oubli qui jamais ne venait D'une peine retardée. Le vent dans la pampa immense Plus jamais ne cessera. La dure sécheresse Pour toujours restera. Salpêtre, pluie bénie, Se change en malheur. La pampa, pain de vie, Cimetière et terre amère. Le temps passe, passe Et une histoire mauvaise suivra, La dure sécheresse Pour toujours restera. 4. Récit II S'était accumulé un dommage immense, Beaucoup de pauvreté, beaucoup d'injustices; Ils n'en pouvaient plus et leurs paroles Durent réclamer l'obole. À la fin de mille neuf cent sept À San Lorenzo, la grève était dans l'air Et au même moment, tous écoutaient Un cri qui volait dans le désert. D'un bureau à l'autre, comme des rafales, On entendait les protestations de l'ouvrier. Les Messieurs, d'un bureau à l'autre, Le mépris marqué sur leurs visages blasés. Que peut leur importer la rébellion Des dépossédés, des parias ? Bientôt repentis, ils reviendront Tête basse. La faim les ramènera. Que faire alors, si personne n'écoute ? Le frère interrogeait le frère Notre revendication est juste et c'est si peu : Devons-nous laisser toute espérance ? Ainsi, par la souffrance et l'amitié Si on unissait les volontés, En un seul lieu, elles comprendraient Que descendre au grand port s'imposait. Chanson II : Allons, femme ! Allons femme, Partons à la ville. C'est autre chose, Il n'y a aucun doute. Il n'y a aucun doute, Viens voir, aie confiance, Car à Iquique Tous comprennent. Femme, prends ma couverture, Elle te protégera Prends l'enfant dans tes bras Il ne pleurera pas. Aie confiance, il ne pleurera pas, Il sourira Tu lui feras lalalala Il s'endormira. Qu'est-ce qui se passe ?, Ne te tais plus, dis-moi, Un long chemin, il faudra Que tu fasses Au travers des collines, Allons femme. Allons femme, aie confiance, Il suffit d'arriver à la ville Nous pourrons voir toute la mer. Iquique est plus grand peut-être Que la mine de salpêtre Qu'il y a beaucoup de jolies maisons Qui te plairont. Aie confiance, elles te plairont fort Confiance comme en Dieu, Là-bas dans le port Tout sera mieux. Qu'est-ce qui se passe ?, Ne te tais plus, parle, Allons femme, Partons à la ville. C'est autre chose, Il n'y a aucun doute. Il n'y a aucun doute, Viens voir, aie confiance, Car à Iquique Tous comprennent. Récit III Durant six jours Du mois de décembre, Se fit leur long parcours À travers les collines. Vingt-six mille ont marché Ou plus peut-être Avec leurs silences usés Par le salpêtre. Anxieux, ils descendaient, Ils arrivaient De la pampa, par milliers Eux, les relégués Ils ne venaient pas mendier Ils venaient réclamer Réponse à leur demande Une réponse claire. Certains à Iquique Les comprirent Et à eux, s'unirent C'étaient les syndiqués Et se solidarisèrent Les charpentiers Les mariniers Les charretiers Les peintres et les tailleurs, Les journaliers, Les maçons et les carreleurs Les boulangers Les plombiers et les livreurs Les dockers et les aconiers Juste regroupement De pauvres gens. Chez les bourgeois d'Iquique C'était la panique. Ils ne se souvenaient pas D'avoir vu tant d'ouvriers Le pampino n'est pas Un homme à qui se fier Il peut voler, qui sait Ou assassiner. Les maisons, entre temps S'étaient resserrées, On regardait seulement Par les fenêtres fermées. Le Commerce avait fermé Aussi ses portes, Il fallait se garder De tant de bêtes. Il valait mieux les rassembler En un seul lieu, Les laisser déambuler. C'était dangereux. Interlude chanté À nous, se sont unis Des compagnons d'espérance Et les autres, les nantis Nous considèrent avec méfiance. Nous sommes venus à Iquique Iquique nous prend pour des bourriques ; Certains amis sont des soutiens Mais les autres nous refusent la main. Récit IV L'endroit où on les emmenait Était une école vide Et l'école s'appelait Sainte Marie. Ils y laissèrent les ouvriers Ils les laissèrent en souriant Ils leur dirent de patienter Un jour seulement. Les hommes eurent confiance Ils ne manquaient pas de patience Attendre, ils avaient dû le faire La vie entière. Ils attendirent sept jours Un enfer de sept jours C'est ainsi quand le sort Se joue avec la mort. L’ouvrier est toujours un danger Il faut s'en préserver. C'est pour cette raison-là Que l'état de siège, on déclara. Un bruit traversa les ombres Au loin, on entendit un tambour. Le vingt et unième jour De décembre. Chanson III Je suis ouvrier pampino Et de tous le plus bancal Ma voix entame un crescendo Pressentant quelque chose de fatal. Ce que je ressens cette fois Je dois le communiquer Quelque chose de triste se produira Quelque chose d'horrible va nous arriver Le désert ne m'a pas été fidèle Rien que terre craquelée et sel, Pierre amère de ma douleur Roche triste de la chaleur Je n'entends plus que silence Et agonies de solitude ; Seulement ruines d'ingratitude Et souvenirs d'hébétudes. Qu'en la vie, il n'y ait rien à craindre Je l'ai appris avec le temps ; J'entends une clameur pourtant Qui me fait trembler maintenant. C'est la mort qui arrivera Galopant dans l'obscurité De la mer, elle viendra Je suis vieux ; la voilà, je le sais. Récit V Silence total Quand arrive Un noble militaire Un Général. Il saura comment leur dire De la manière Dont un seigneur Traite les serviteurs. Le Général est arrivé Dans un grand boucan Très bien protégé Par son régiment. Les mitrailleuses en corolle Stratégiquement Autour de l'école. Du haut d'un balcon, Il parla d'un ton martial. Voici la déclaration Du Général. « Ça ne peut rien donner Toutes ces manières Cessez d'inventer Tant de misère. Vous ne comprenez pas les ordres Vous êtes des ignorants Vous perturbez l'ordre, Vous êtes de mauvaises gens Vous êtes contre le pays, Vous êtes des traîtres Vous volez la patrie Vous êtes des voleurs Vous abusez des filles Vous êtes des violeurs Vous avez tué des miliciens Vous êtes des assassins Il vaut mieux partir de ce pas Sans protester Que même vous demandez et redemandez Ce que vous voulez, vous ne l'aurez pas. Partez, partez De cet endroit Si vous n'obéissez pas Vous le regretterez. » De l'école, « Le Blond », Ouvrier valeureux, Répondit sans émotion D'un ton sérieux : « Señor Général, vous Ne nous comprenez pas du tout. Nous poursuivrons nos espérances Quoi qu'il nous en coûte. Nous ne sommes pas des animaux Ni un troupeau. Nous lèverons fiers Notre poing en l'air. Nous donnerons des forces nouvelles Par notre exemple Et le futur le saura Je vous l'assure. Et si vous menacez Je suis ici, moi. Tirez sur cet ouvrier, tirez En plein cœur. Tout droit. » Le général l'a écouté, N'a pas cillé, De rage et d'un geste altier Il l'a fusillé. Le premier tir fut l'ordre Pour le massacre Et ainsi commença l'infernale Fanfare des rafales. Litanie Il en mourut trois mille six cents. Un après l'autre, Trois mille six cents Abattus l'un après l'autre. L'école de Sainte Marie Connut la mort ouvrière. Un sang qui de sa vie Ne connut que la misère. Trois mille six cents Assourdis Trois mille six cents Amuïs. L'école de Sainte Marie Fut la boucherie D'une vie mourant En un seul hurlement. Trois mille six cents regards Pour toujours hagards Trois mille six cents ouvriers Assassinés. Chanson IV Un enfant joue dans l'école Sainte Marie. Joue à débusquer des trésors Qu'y trouvera-t-il ? Fors la mort. Les hommes de la pampa Qui voulurent protester Comme des chiens furent tués Car il fallait que cela soit. Il ne faut pas être pauvre, ami C'est dangereux Il ne faut pas parler, ami C'est dangereux. Les femmes de la pampa Se mirent à pleurer Ils durent aussi les tuer Car il fallait que cela soit. Il ne faut pas être pauvre, amie C'est dangereux Il ne faut pas pleurer, amie C'est dangereux. Les enfants de la pampa Ne faisaient que regarder Ils durent aussi les tuer Car il fallait que cela soit. Il ne faut pas être pauvre, petit C'est dangereux Il ne faut pas naître, petit C'est dangereux. Où sont les assassins Qui tuèrent pour tuer ? Nous le jurons sur la terre Nous les chercherons sans fin. Nous le jurons sur la vie Nous les chercherons sans fin Nous le jurons sur la mort Nous les chercherons sans fin. Nous le jurons camarades, Ce jour viendra. Nous le jurons camarades, Ce jour viendra. Votre attention... Mesdames et messieurs, Ici s'achève L'histoire de l'école Sainte Marie. Et à présent, Nous vous prions respectueusement D'écouter la chanson De conclusion Chanson finale Vous qui avez écouté La chanson ici contée Ne restez pas là à méditer Pensant que c'est du passé. Le seul souvenir ne suffit pas Le chant ne suffit pas Il ne faut pas seulement se lamenter Nous devons voir la réalité. Demain ou après-demain Ou en un temps plus lointain L'histoire que voilà À nouveau se produira. Le Chili est un pays si grand Mille choses peuvent se passer Si nous ne sommes pas dès maintenant Décidés à lutter. Nous avons des raisons sûres, Nous avons de quoi lutter, Nous avons les mains dures, Nous avons de quoi gagner. Unissons-nous comme des frères Et rien ne nous vaincra. S'ils veulent nous mettre des fers Ils n'y arriveront pas À tous sera la terre À nous aussi sera la mer Pour tous, la justice viendra Tout comme la liberté. Nous luttons pour les droits Dont tous doivent bénéficier Nous luttons pour que ce qui est nôtre N'aille plus à d'autres. |