Sergio Dantí

Chansons contre la Guerre de Sergio Dantí
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Sergio Dantí“Sergi Dantí Mira, es un auténtico hombre orquesta. Nos encontramos ante un personaje al más puro estilo Renacimiento. Un hombre ilustrado, un artista que ha tocado y toca gran diversidad de teclas… Un verdadero espíritu libre. . . En sus canciones, la voz y algunas aproximaciones a los temas nos pueden hacer recordar el estilo de Georges Brassens”
(M. Romero Grané –Revista de Palafrugell )


Sergi Dantí Mira nació en Buenos Aires. Sus padres, Montserrat Mira Campins y Gorgonio Dantí Canet, hijos a su vez de exiliados se conocieron en la UJRE (Unión de Jóvenes Republicanos Españoles), vendiendo bonos para ayudar al movimiento de resistencia que aún se intentaba contra Franco y sus falangistas.

Su abuelo materno, Emilio Mira y López fue el primer catedrático de psiquiatría de España, fue Jefe de los Servicios Psiquiátricos del ejército Republicano, entre otros muchos cargos que ostentó desde muy joven. Cuando estalló la rebelión, estaba en Suiza presidiendo el Congreso Europeo de Psicología, y volvió inmediatamente a Barcelona para ponerse a las órdenes de la Generalitat. Escribió “Psiquiatría en la Guerra”, libro que fue muy apreciado en los años subsiguientes por los norteamericanos.

Organizó la retirada, en el 39 y luego pasaron a París con su madre, su mujer y sus tres hijas, salvándose de ser llevados a campos de concentración.de allí pasaron a Londres y cuando comenzaron los bombardeos nazis, decidieron emigrar a Argentina, donde fue muy bien recibido por los médicos locales la gente en general.

Su abuelo paterno, músico y químico, militante de la CNT pasó dos años en las cárceles franquistas por haber compuesto un himno titulado “Abajo las Fronteras” dedicado, (según decía el parte judicial por el que se le condenaba), al “nefasto Ascaso”, líder anarquista. Su abuela, regalando algún título nobiliario de la familia y todas sus pertenencias, consiguió sacarlo de la prisión de San Elías, donde ya dirigía una jazz band y así pudieron emigrar a la Argentina.

En Buenos Aires, estuvieron sus padres siempre en contacto con los republicanos, recibieron de regalo de aniversario un cuadro de Rafael Alberti, que en esa época pintaba sus poesías para ganarse la vida, y mantuvieron siempre su compromiso con la República a través de sus vidas. Por su casa, pasaron muchos exiliados, de los que recuerda, siendo Sergio ya mayor, a Marcos Ana, el poeta.

Sergio decidió, varios años después de volver a España. Crear un espectáculo que llamó “Canciones del Exilio”, donde recogía todas las canciones que le fueron cantadas por su familia exiliada para que no perdiera, como niño, su ligazón emocional con la República Española. Lo consiguieron.

Sergio Dantí Mira va néixer a Buenos Aires.
Els seus pares, Montserrat Mira Campins i Gorgonio Dantí Canet, fills al seu torn d'exiliats es van conèixer en l'UJRE (Unió de Joves Republicans Espanyols), venent bons per ajudar el moviment de resistència que encara s'intentava contra Franco i els seus falangistes.

El seu avi matern, Emilio Mira i López va ser el primer catedràtic de psiquiatria d'Espanya, va ser Cap dels Serveis Psiquiàtrics de l'exèrcit Republicà, entre molts altres càrrecs que va ostentar des de molt jove. Quan va esclatar la rebel·lió, estava a Suïssa presidint el Congrés Europeu de Psicologia, i va tornar immediatament Barcelona per posar-se a les ordres de la Generalitat. Va escriure "Psiquiatria en la Guerra", llibre que va ser molt apreciat en els anys subsegüents pels nord-americans.

Va organitzar la retirada, el 39 i després van passar a París amb la seva mare, la seva dona i les seves tres filles, salvant-se de ser portats a camps de concentració.de allà van passar a Londres i quan van començar els bombardeigs nazis, van decidir emigrar a Argentina, on va ser molt bé rebuda pels metges locals la gent en general.

El seu avi patern, músic i químic, militant de la CNT, va passar dos anys a les presons franquistes per haver compost un himne titulat "A baix les Fronteres" dedicat, (segons deia l'informe judicial pel qual se'l condemnava), al "nefast Ascaso", líder anarquista. La seva àvia, regalant algun títol nobiliari de la família i totes les seves pertinences, va aconseguir treure'l de la presó de San Elías, on ja dirigia una jazz band i així van poder emigrar a l'Argentina.

A Buenos Aires, van estar els seus pares sempre en contacte amb els republicans, van rebre de regal d'aniversari un quadre de Rafael Alberti, que en aquella època pintava les seves poesies per guanyar-se la vida, i van mantenir sempre el seu compromís amb la República a través de les seves vides. Per casa seva, van passar molts exiliats, dels que recorda, sent Sergio ja major, a Marcs Ana, el poeta.
Sergio va decidir, diversos anys després de tornar a Espanya. Crear un espectacle que va cridar "Cançons de l'Exili", on recollia totes les cançons que li van ser cantades per la seva família exiliada perquè no perdés, com a nen, el seu lligam emocional amb la República Espanyola. Ho van aconseguir.

El enlace es:
www.cancionescatalanas.blogspot.com
y mis webs son:
www.sergiodanti.com
www.escuchaimbecil.blogspot.com
www.miraylopez.com



ENTREVISTA

Hola Sergio. Me das por favor tu nombre y tu lugar de nacimiento.

Soy Sergio Dantí y nací en Buenos Aires, Capital Federal, de Argentina.

¿Tú conoces la historia de tus padres y de tus abuelos durante la guerra civil y cómo se exilian? Nos puedes contar un poco.

Sí claro. Mira mis padres salieron de aquí cuando eran pequeños, mi madre tenía 10 años, mi padre tenía 19, él salió dos años después de la caída de Barcelona. Los dos eran catalanes vivían en Barcelona. Por parte de mi madre, mi abuelo era Emilio Mira y López, el primer catedrático de psiquiatría que hubo aquí en España, que a los 23 años era director del I Congreso Europeo de Psiquiatría y uno de los fundadores del Partido Socialista aquí.

Mi abuelo era una persona que a sus 28 años ya era un personaje público muy importante y como psiquiatra inclusive trataba al hijo de Companys, que tenía problemas, se le había diagnosticado algo similar a la esquizofrenia.
Fue jefe de los servicios psiquiátricos del ejército republicano, de hecho cuando estalló la rebelión, que todo el mundo salía de España, mucha gente se exiliaba, se iban todos y ellos estaban en Suiza y volvieron a entrar al país y la Guardia Civil en la frontera les decían “pero oigan se están yendo todos ¿por qué entran?”. Pero claro él consideraba que su deber era ponerse a las órdenes de la República. Y así fue hasta el último momento en que estuvo organizando la salida y todo eso hasta los finales de enero del 39.
Los bisabuelos paternos, abuelos, padre y tía de Sergio

¿Tu abuelo y tu abuela eran de Barcelona?

Sí de Barcelona. Emilio Mira y López era mi abuelo materno y tenían tres hijas.

Una de ellas era tu madre.

Sí. Y se fueron con sus tres hijas y con la madre de él, que tenía una pierna enyesada, se fueron también con una señora que era la secretaria de mi abuelo, para Francia. Fueron primero todas las mujeres, él las dejó en Francia y después volvió organizando la retirada.

¿Él era de algún partido político?

Bueno el estaba en el PSUC y además era uno de los fundadores. Primero había montado un pequeño grupo que se llamaba Unión Socialista y que fueron de los grupos que se unieron para formar luego el PSUC y bueno tenía también mucha relevancia política. Por eso también tuvo que huir,y volver y organizar la retirada, porque él tuvo que evacuar todos los sanatorios, hospitales, etcétera que estaban a su cargo, o sea que no fue fácil la cosa.

Pero finalmente llegaron a París, allí cuentan, hubo una anécdota muy curiosa que cuenta mi madre que es que durante la guerra habían estado comiendo lo justo ¿no? aquello de que siete garbanzos para cada uno y así. Y fueron recibidos en la casa de una paciente de mi abuelo, que tenía mucho dinero y les ofreció la casa y dijo “mire doctor vengan todos a vivir aquí”. Entraron a la casa, con las niñas y vieron una mesa llena de huevos y de comida y de manjares y de carne, que las niñas estaban así… Y antes de empezar a comer el señor, el marido de esta mujer que había sido atendida por mi abuelo, dijo “Bueno, bienvenido doctor, no se preocupe, en definitiva ahora lo importante es que España ha quedado libre de rojos”. Entonces …silencio en la mesa…, mi abuelo que se levanta y dice “vamos” y se llevó a toda la familia, a la madre con el brazo enyesado y todo, a dormir a una plaza y desde allí a buscar un hotel como fuera.
Y luego me contaron que también a mi tía Emilia, que era la más grande, juntaron dinero para comprarle unas medias de seda para que pudiera salir a buscar hotel, o hacer las compras porque si los veían sin medias o un poco mal vestidos se los llevaban a los campos de concentración. O sea hacían ese tipo de trucos para que no los descubrieran y no los mandaran al campo de concentración.
Y así entonces mi abuelo empezó a escribir desde un hotelito muy pequeño, estaban todos metidos en una habitación y consiguió que pudieran ir a Londres, y allí empezaron a establecerse bien, pero empezaron los bombardeos y mi abuela dijo “no más bombardeos, no” y entonces desde allí volvió a ponerse a escribir con su maquinita portátil y le ofrecieron un cargo para dirigir una entidad psiquiátrica en Buenos Aires y al mismo tiempo hacer una serie de conferencias por Estados Unidos.
Los padres de Sergio y su abuela materna en su boda

Antes de eso, ¿cuando tu abuelo regresa y salen, cuando sale por la frontera él nunca va a campos de concentración?

No, no, él iba digamos con los restos del gobierno, entonces iba de una manera un poco más organizada, etc. y consiguió pues salir y llegar a París,

Y entonces ahí se junta con tu abuela.

Si ahí se junta con la familia y se va Londres.

¿Cuando va Londres desde ahí se va a Buenos Aires?
Bueno la familia se va para Buenos Aires él se va primero a Estados Unidos a hacer esas conferencias para juntar algo de dinero, porque él escribió un libro que se llama Psiquiatría en la guerra. Había mucho interés por conocer qué pasaba con los casos psiquiátricos en el ejército, puesto que era un tema que sabían los americanos que les iba a interesar mucho al cabo de muy poco tiempo. Así que, llegaron a Buenos Aires donde entró en una clínica trabajando muy bien, luego se fue a Santa Fe, luego a Montevideo.
Emilio Mira, abuelo materno

¿Y tu abuela y tu madre se van en un barco o cómo se van?

Sí claro mi abuela, mi madre y sus hermanas, todas se fueron para Buenos Aires en barco.

¿Sabes en qué barco fue?

No, pero fue un barco que salió desde Londres, eso bueno lo puedo saber viendo las memorias de mi madre, pero si sé que iban en alerta por el peligro de los submarinos alemanes, o sea que no era fácil la salida.

¿Y por el lado paterno?

Y por el lado paterno, mi abuela era hija no legal de Ramón Turró, de la calle de aquí detrás y mis abuelos vivían con él y él dirigía el Laboratorio Municipal. Mi abuela tenía 13 o 14 años cuando conoció a mi abuelo paterno, el Dantí, que era pianista, tenía una orquesta con su abuelo y con sus tíos en la cual él tocaba desde los nueve años.

Se ve que fueron a tocar en un baile y ahí se conocieron y se gustaron, pero mi abuela era pequeña, tendría 14 años, mi abuelo tendría unos 16 y se casaron y tuvieron sus tres hijos, de los cuales el mayor era mi padre.

Durante la guerra mi abuelo sirvió en el ejército, creo que fue teniente y estaba en el servicio de Aguas, porque ellos se especializaron en el tema de los servicios de agua potable y entonces estuvo en el frente de Zaragoza, aguantando la retirada....

¿Y estaba en algún sindicato?

Él estaba en la CNT y además era músico y había compuesto un himno que se llamaba Abajo las fronteras y que en el juicio que se le siguió después, (porque ellos se quedaron aquí y pensaron que igual no les pasaría nada, y claro que pasó, lo agarraron inmediatamente, fue una denuncia y lo agarraron) estuvo dos años preso en la cárcel de San Elías, en la calle San Elías aquí en Sarriá, que era un convento de monjas que adaptaron luego como cárcel. Y de allí mi abuela lo consiguió sacar creo que regalando muchas cosas, y algunos títulos nobiliarios de la familia y así consiguió al cabo de dos años sacarlo, porque primero la cosa es que iba para fusilamiento, pero luego consiguió salir.

Ya había nacido tu padre para aquel entonces.

Sí, sí mi padre en ese momento se salvó de ser de la quinta del biberón por un trimestre o dos, o sea llegaron justo hasta el trimestre anterior al de él.

¿Y tuvieron más hijos?
Sí, había dos hijas más, o sea eran tres también, mi padre y dos hermanas Raquel y Ana María. Mi abuela consiguió finalmente sacar a mi abuelo de la cárcel, pero dos meses después, a mi padre, cuando llegaron los franquistas, lo agarraron para hacer el servicio militar y estuvo haciendo dos años aquí el servicio militar. Y entonces toda mi la familia se fue y él tuvo que quedarse haciendo el servicio militar.
Los padres de Sergio en Río de Janeiro, con su abuelo paterno

¿La familia salió a Francia?

No, no, se fue directamente a Buenos Aires, ellos se fueron directamente Buenos Aires.

¿Sabes por qué a Buenos Aires?

Porque allí consiguieron un contrato con los laboratorios Lemonnier porque ellos llevaban una serie de medicinas que había inventado mi bisabuelo Turró y como mi abuela había heredado las patentes de todo eso, se fueron a fabricarlo ahí: por ese contrato se fueron a la Argentina. Y mi padre apenas pudo salir del servicio militar se fue también para allí: esto ya fue en el año 41 o 42.

Estamos hablando de lado paterno.

Sí, del lado paterno y de lado materno también, era mucha la actividad por parte de mi abuelo con toda la gente del gobierno en el exilio y todo eso. Y por parte de mi familia paterna porque tenía una casa muy grande entonces también se reunía todo el mundo se hacían reuniones de gente del Partido Comunista, hasta que finalmente, como era una casa que se alquilaba para fiestas, pues empezaron a reunirse en otro lado porque ya era un poco peligroso.

¿Tú oíste en algún momento de tu vida que tus abuelos en el exilio al tener que salir obligatoriamente, lo aceptaron o si estaban pensando en regresar todo el tiempo?

No acababan de aceptarlo, para ellos era terrible siempre recordar la tierra perdida, ellos eran muy apegados, digamos tanto unos como otros ideológicamente… Para mi abuelo Mira, había sido la empresa de su vida, la empresa de su vida estaba vinculada con la República, organizó las primeras bases para la integración social de las mujeres, de la liberación femenina, digamos entre comillas, de las primeras actividades de concienciación y estas historias, y por otro lado también era gente muy enraizada aquí.

Eran de esos que dicen que nunca deshicieron las maletas porque querían volver.

Bueno , siempre pensaban que iban a volver en cuanto cayera Franco.

¿Por parte de tu padre también?

Por parte de todos, de hecho en la familia de mi padre se guardó una botella de cava para el día en que Franco muriera. Pero el día que Franco murió no la abrieron, dijeron al final que ya había pasado… no por perdonarlo, en absoluto, sino que eso de brindar por la muerte, no les gustó... Y mi otro abuelo, mi abuelo Mira, fue enterrado con la bandera republicana.

¿En dónde?

En Brasil.

Por lo que me estás contando ellos continuaron con su lucha política desde fuera y por la gente del exilio tanto en un lado como de otro.
Sí, sí y por eso mis padres, se conocieron en la Unión de Jóvenes Republicanos en Buenos Aires, vendiendo bonos para ayudar a la resistencia aquí en España, que aquí hubo resistencia durante mucho más tiempo del que la gente se imagina. Y juntaban el papel de plata de los chocolates, creo recordar que lo mandaban aquí para hacer balas, no sé si sería verdad, pero bueno, hacían esas cosas. Y siempre estuvieron en contacto con toda la gente que vivía en contacto con la resistencia, con el Dr. Cuatrecasas, Galán, con mucha gente de esta historia.
Los padres de Sergio

¿Y los recuerdos que tú tienes cuando ya empiezas a saber de la vida? ¿Qué recuerdos tienes? En tu casa dices que se juntaba todo el mundo, las comidas, cenas ¿no?

Bueno sí pero eso fue sobre todo antes de que yo naciera, luego cuando yo ya nací, venía gente, estuvo Marcos Ana en mi casa cuando salió de la cárcel, siempre venía sí alguna gente en particular, pero ya no era aquello que fue en los primeros tiempos cuando todos llegaban y todos tenían que juntarse y salir del paso de alguna manera. Pero sí siempre en contacto y siempre pensando en volver, pero cada vez con más desesperanza ¿no?

Cuando ya estás en edad escolar, cuéntanos un poco cómo era tu día a día. Cuando vas a la escuela, ¿quiénes eran tus amigos?, ¿cómo era tu ambiente? No hablo de cuando eras muy pequeño...

Ya de más grande, bueno … Yo hice el secundario en el colegio Nacional de Buenos Aires que era un colegio que desde los 11,12 años la gente ya se metía mucho en política, cosa que yo no sabía, de hecho, hasta recuerdo alguna vez que hubo una invasión de Estados Unidos, a …Santo Domingo, en que yo intenté… Bueno hacían un acto y yo dije yo quiero hablar y escribí esas cosas de “…Una vez más el enemigo yanqui, la bota imperialista…” y no sé qué…, de esas cosas que yo escribía a los 11 años y me dijeron “¿y tú por parte de quién vienes?” Y yo “No, pues… de nadie”, “Ah, un independiente!”, y yo dije “Sí”, porque yo no sabía que existían partidos políticos entre mis compañeros Al final me dijeron “No, no, tú no puedes” porque estaba todo muy repartido entre todos los partidos políticos que había.

Éramos chicos de 13, 14 años, pero ya estábamos muy politizados porque el Buenos Aires de aquella época, bueno con excepciones claro, pero venía bastante politizado en el sentido de que muchos eran nietos de gente huida del fascismo en Europa, o en España, y había entonces una gran conciencia en ese sentido y. claro, los partidos estaban todos bien puestos y estructurados, cosa de la que yo me empecé a enterar cuando quise meterme allí porque pensaba que todo era espontáneo.
Foto de Sergio en su primer pasaporte

¿Tenías amigos hijos del exilio?

Bueno no, tenía amigos del colegio, pero así de exiliados españoles curiosamente no, no sé por qué.

¿En tu casa se hablaba catalán?

Sí, sí, yo hablé catalán desde pequeñito, me enseñaron castellano por ir al colegio, claro, si no hablaba catalán… Entonces mi madre me empezó a hablar en castellano para que lo aprendiera bien y luego quedamos ya siempre hablando en castellano. Y se daba el caso raro de que con mi padre siempre hablaba en catalán, mi padre y mi madre en catalán, pero con mi madre siempre hablo castellano, entonces las conversaciones entre los tres era un lío. Con mi madre intentamos hablar catalán alguna vez pero no, no sale, no sé por qué, nos da como cosa, parece que no es lo normal.

¿Recuerdas qué tipo de comida se hacía en tu casa?

Bueno, por ejemplo en la casa de mi padre se hacían mucho los macarrones, la sanfaina y cada tanto conseguían carquinyols y venía mi tía toda contenta porque había conseguido carquinyols. Y por parte de la familia de mi madre, no, no eran tan apegados al tema de la comida, sino que se hacían comidas más normales, no era una tradición. Por parte la familia de mi padre sí, era eso de conseguir cada cosa determinada.

Y luego las charlas eran siempre…: me acuerdo que nos reíamos con mi prima, que fue como mi hermana porque tenía mi misma edad y reíamos porque no sé que decíamos de la bayeta, bueno del trapo de piso, que se había roto ¿no? y mi abuela decía “Es que no hay bayetas como las de Barcelona”, y le decíamos “Pero Yaya: estamos en los años 70, la bayetas de los años 30 no podían ser mejores”… y ella decía “¡Qué va, eran buenísimas!”, era como que todo lo de aquí era más bonito.

¿Y a parte de la escuela a dónde ibas? ¿Ibas al centro catalán? ¿Al centro
republicano?

Yo la primera obra de teatro que vi fue en el Casal de Cataluña, donde luego se creó también el teatro Margarita Xirgu, porque tenían un teatrillo ahí, en la calle Chacabuco de Buenos Aires. Yo tenía nueve años y me dijeron “vamos a ver una obra de teatro”, que se llama El triumf de la carn”, el Triunfo de la carne, y yo dije “ummm”, yo nunca había ido al teatro y tenía nueve años pero no era tonto, “Esto debe ser interesante” dije yo. Y era claro de Mossen Cinto Verdaguer y parece que era… son recuerdos que tengo ahora tampoco lo podría jurar…, pero sí lo que recuerdo es que era una obra de una familia vegetariana, o sea que del triunfo de lo carnal, ¡Nada!

¿Cuando terminaste el bachillerato, seguiste con los estudios?

Sí, empecé tres carreras y no terminé ninguna, empecé primero Ciencias de la Educación, y coincidió con el golpe de Onganía y con el momento en el cual, las carreras que yo quería seguir que eran Sociología o Psicología, estaban “desaparecidas” del mapa porque decían que Psicología la habían llevado a medicina, porque eran focos de insurgencia y Sociología, bueno, eso ya de pensar cómo es la sociedad, no era nada bien visto por el régimen militar.

Así que entonces ahí empecé a hacer Ciencias Físico Matemáticas, porque quería estudiar las ondas para hacer música porque sabía que todo eran ondas y que la música eran ondas y as vibraciones… Duré un cuatrimestre.

Luego me metí en Ciencias de la Educación, porque seguían sin aparecer esas dos carreras, entonces había mucho problema para apuntarse. Pensaba –cosa que sigo pensando ahora, que el único cambio real que se puede hacer en la gente es por la educación, porque es como uno puede cambiar o formar la parte emocional que es lo que te permite…, porque en definitiva yo creo que lo que uno piensa viene de su emoción, eso de la fría razón… Creo que la razón la usamos para justificar lo que nuestra emoción nos dice. Por eso hay tanto problema en el mundo, porque sino claro sería muy fácil, un montón de gente muy inteligente que dijera “esto es así”, “esto tal”, pero no es así la historia, ¿no?

¿En un momento dado trabajas en Argentina?

¿Si trabajé? Sí, no me quedó más remedio que trabajar. Yo desde pequeño trabajaba, mi padre era cantante y entonces cantábamos en coros, primero en casamientos, en iglesias, en sinagogas, en donde le llamaran, en teatros de revista, cantamos con el coro de Mariano Mores, con su orquesta durante muchos años. Mi padre cantó también en muchas comedias musicales, en Mi bella dama, My fair lady, con Rosita Quintana, una actriz mexicana, cantó también con Javier Cugat.
Y luego trabajábamos también en televisión en el canal nueve en el coro estable y allí pasó también mucha gente muy interesante: Juan Manuel Serrat, Mary Santpere, bueno, no sé, muchísima gente, fue muy bonito este trabajo y esto antes de mis 20 años. Y luego a los 20 monté un cuarteto y ya viajamos y ya fue otra historia, un cuarteto vocal y de ahí ya sigo.

¿En qué momento piensas venirte a vivir a Cataluña y por qué?

Bueno a todo esto mis padres se separaron y luego se volvieron a casar y todo eso. Entonces mi madre en decidió volver aquí en los años setenta y tantos, 78 creo que fue y entonces yo me quedé allí, pero luego cuando vino una época de bastante crisis, cuando vino la guerra de las Malvinas, yo trabajaba para niños en ese momento en la televisión y hacia espectáculos infantiles. Entonces vino la guerra y ella me envió un pasaje y me dijo “A ver si te vuelven a enviar al Ejército…”, bueno yo en ese momento tenía 33 años.

Ya te habías casado.

Ya me había casado y ya me había separado, yo ya tenía un hijo y todo. Me había vuelto a casar me había vuelto a separar, estas vida son muy agitadas… y bueno, en definitiva me mandó un pasaje, pero pasaje sólo de ida y yo me dije “Bueno, allí en España como dicen que trabajar es tan fácil pues trabajo y me pago el pasaje de vuelta”… Un poco romántico.

¿Tus abuelos paternos llegaron a regresar?

No, ninguno de mis abuelos consiguió volver aquí, jamás.

¿Tampoco tu abuelo Mira?

Mi abuelo Mira, él intentó, bueno estuvo una vez en un barco aquí, pero no bajó, no bajó porque él había jurado no pisar suelo español si no era libre. Murió en Brasil, él vivió en Brasil muchos años.

¿En qué año te viniste?

En el 82: trabajé de relaciones públicas en un hotel, me ofrecieron seguir, pero me cansé, pasó el primer deslumbramiento de estar en un hotel europeo, en Marbella y todo eso que me duró un mes, eso de “qué bonito lo que estoy haciendo” y luego vino el… “bueno, vaya tontería”. Además tenía que ser instructor deportivo, y eso no ha sido nunca mi fuerte.

¿En dónde trabajabas?

Es que además quería intentar trabajar como músico que era lo mío. Pero con las canciones infantiles, por las yo era bastante conocido en Argentina , no hubo manera, porque aquí estaban habituados a canciones de fiesta, y yo estaba habituado a un público atento, sensible.

Recuerdo que una única vez fui a cantar a una fiesta y dije que no seguía con esto, porque era casa de los Giró, los de la Ginebra Giró. Era una mansión allí pasando Sitges, en un acantilado, una cosa maravillosa y lo que recuerdo es a las madres diciendo a los niños, “Niño no le tires latas al payaso”, y a mí que me llamaran payaso era como un insulto ¿no? Porque, bueno, yo hacía canciones todas tiernas, del calorcito de la mano del niño, que los padres se abrazaban con sus hijos y, claro de eso a la fiesta salvaje… Así que ahí decidí dejarlo.

¿Tu madre está contenta aquí, cómo fue su reencuentro con Cataluña?

Ella decía cuando estaba allá en Argentina decía, me vuelvo a España porque es el único sitio donde la gente se comporta como caballeros. Digamos que tenía esa imagen romántica de la gente que da su palabra y la cumple… cosa que de alguna manera es verdad puesto que yo aquí, trabajando, he llegado a cerrar contratos de millones con un apretón de manos o diciendo “Bueno perfecto, quedamos de acuerdo” y ya está, cosa que luego fuera como fuera eso se respetaba, o sea que había una cierta “hidalguía” entre comillas, ¿no?. No en todo el mundo desde luego porque también tres o cuatro veces…
Su madre Montserrat en una exposición de sus cuadros.

¿Y ella estaba contenta?

No mucho. De hecho publicó un artículo una vez en el Diario de Barcelona, en el cual se quejaba: explicaba que ella había sido tan bien admitida cuando llegó a la Argentina y toda su familia, como migrantes, se sentían tan queridos, tan apoyados, en todo y cuando vino aquí se sintió, pues… un poco rechazada y eso que ella era catalana, se llama Montserrat, o sea que no había nada más catalán… Pero no consiguió, digamos, la adhesión emocional de la gente, la gente le decía “qué bien, qué interesante” y ya está, no hubo más…

Ella venía con la idea de pintar y de escribir y todo eso y al final tuvo que volver al trabajo que había tenido siempre que era en el servicio diplomático del Brasil: ella trabajaba en la embajada de Brasil en Argentina y aquí entró al Consulado y ahí estuvo hasta que se jubiló.

Cuando tú vienes y ya te empiezas a quedar, ¿cuál es tu sentimiento de estar aquí? Tú tenías o habías oído todo sobre cosas de la república y ¿qué pasa cuando llegas?, ¿cómo encuentras la España que tú ves con la que tú pensabas que era?.

¿Te fue difícil encontrar trabajo?

Bueno, yo siempre me inventaba trabajos, o sea, como cantante y como músico sí me fue difícil y además yo me veía cantando en lugares donde la gente hablaba y eso me desesperaba, yo estaba habituado a la gente que escuchaba y yo venía con la imagen de Serrat y de que aquí gustaban todas esas cosas y claro no era así, no sé si hubo un exceso de canta autores o cómo fue la historia, pero no encontré mi sitio, así que entonces me inventé una empresa.
Cantando en Cartagena

¿Aquí en Barcelona?

Sí en Barcelona junto con mi madre también, que fue la que tuvo la idea: era una empresa similar a una que había en Buenos Aires, que era de recoger informaciones de los periódicos. Con muchos vaivenes, primero con una gente y luego con otra. Al poco tiempo mi madre se retiró, pero la empresa siguió adelante durante mucho tiempo y bueno de eso viví, de inventarme esa empresa, sin capital y sacarla adelante pues así, a lo bestia.

Recuerdo que hacíamos lo que ahora puede hacer el Google por ejemplo, que te puede hacer un seguimiento: tú le dices tráigame toda la información referida a esto, y te la da. Nosotros lo hacíamos pero en 120 periódicos cada día y en 70 revistas semanales, así que… Y … recuerdo que las repartía un chico argentino en bicicleta, un psicólogo. Iba en bicicleta a repartir las cosas porque claro, era todo absolutamente artesanal…

¿Has tenido problemas con el idioma?

No, no, con el catalán no desde luego y con el castellano…, de hecho una cosa curiosa, viví un tiempo en Madrid y me sentí mucho más aceptado en Madrid hablando diferente que en Cataluña hablando igual. Esto es una cosa que… es mi percepción ¿no? Habrá dependido de la gente con la que me encontré, pero sí que es algo que me llamó la atención. Es más, en Madrid yo decía: no hay nadie que sea madrileño porque: uno era andaluz, el otro venía de Bilbao, el otro de Burgos. El hecho es que que tuve esa impresión.

¿Te has dedicado a visitar los lugares en donde nacieron tus abuelos y tus padres?

¿Cómo te has encontrado en Cataluña, digamos, con relación a los catalanes, cómo te han recibido?

Bien, bien digamos sin exagerar. Bien, en el sentido de que tengo la impresión de que me han recibido bien… Bueno: más que por mi valor humano, por mi capacidad de trabajo. “A ver, tú puedes servir para esto, a ver, veamos…” En cuanto a la forma de poder desarrollar un proyecto, pero no de una manera como acostumbramos a recibir a veces en América, de afecto simplemente, “Hombre qué tal, ¿cómo te ha tratado la vida?, ¿qué cuentas?”. Bueno no sé si es un estadio más evolucionado de la civilización, una civilización más antigua que ya nos mira de otra manera, y quizá nosotros, los hispanoamericanos somos más adolescentes en ese sentido, o también depende de la personalidad de cada uno.

¿Se te reconoce como hijo de exiliado?

No.

¿Se te reconoce como catalán o como español o siempre eres el argentino?

Como catalán, no. Digamos que les resulta curioso que sea un argentino que hable tan bien el catalán ¿no? y sin ningún tipo de acento, o con un acento muy sutil… pero nada más. No hay ningún tipo de reconocimiento o de facilidad, ni práctica ni emocional, por el hecho de ser hijo de exiliados. Y eso también mi madre lo vivió también mucho más, porque ella realmente vivió aquí hasta sus 11, 10 años y volvió con toda esa ilusión, todavía mucho más viva porque ella había vivido aquí y para ella fue también muy chocante eso.

Cuando te presentan en un acto, cuando vas a cantar, ¿eres Sergio Dantí el argentino o Sergio Dantí el catalán?

No: en general soy Sergio Dantí, y además yo no hago en general mucho hincapié en ninguna de las dos cosas. El otro día hice un recital de tangos y bueno pues sí ¿no? O cuando canto o hago mi recital de canciones catalanas, que son las Canciones del Exilio, sí que yo trato de volcar eso y hay alguna gente que sí realmente se engancha y se emociona con esta historia.
Segio con su madre, Montserrat Mira

¿Hasta ahora que es lo que más valoras de vivir en Cataluña?

Las facilidades, la ciudad, la tranquilidad, el sosiego económico, esos vaivenes que tenemos allí en los países latinoamericanos que de repente se cae todo, esos tsunamis económicos que nos desquician y que nos hacen… no sé, a lo mejor vivir así a uno le hace vivir con más intensidad, no lo sé, pero esa es una de las cosas que creo que es una conquista importante de la sociedad, ¿no?

Y luego, bueno… Es que estar aquí es bonito: es hermosa la tierra, es buena la gente, ¿no? y digamos lo que digo del reconocimiento, no es un valor añadido, quiero decir yo soy una persona como cualquier otra, de cara a los demás, no es que digan...
Yo recuerdo en la Argentina una fiesta por ejemplo decir “Va a venir fulanito que estuvo en Barcelona vendiendo bisutería en las Ramblas”, y toda las chicas “¡Oh!, ¡estuviste en Barcelona!”, era como un motivo de mayor estatus ¿no? O… “Éste estuvo en Francia, tuvo un coche viejo y luego lo tuvieron que dejar abandonado: que persona interesantísima ¿no?” Digamos que había ese valor y era un valor añadido a la persona, igual esa persona venía y era un muermo, pero… Eso era un valor añadido que yo pensaba que podía tener aquí, pero no tuve. Creo que también es razonable no tenerlo ¿no?, a lo mejor es un poco infantil o romántico pretender tenerlo.

¿Cómo ha influido en tu vida el ser hijo y nieto de exiliados?

¿Y en tu forma de actuar y que ver la vida tú crees que te ha influido también?

Sí, sí: Imagínate que no hubiera habido guerra civil y mis padres se hubieran conocido igualmente: mi abuelo tendría sus clínicas psiquiátricas aquí, sería una figura importante, mi abuelo materno. Y por parte de mi padre mi abuelo paterno pues habría continuado con el laboratorio de Ramón Turró y todo eso y de entrada habría sido yo un potentado teniendo clínicas y laboratorios, todo eso a mi alcance… Bueno, es broma.

Pero, hablando en serio, habría conocido a toda la gente desde pequeño, ya estaría inserto en un mundo, cosa que en los países de aluvión no sucede tanto: tú te creas el mundo a partir de la gente que te encuentras, el almacenero de la esquina, el que vende la fruta, el que conoces en el colegio y te creas tu mundo así y bueno, lo vas haciendo, que no es lo mismo que nacer en una estructura ya muy asentada y crecer con tus coetáneos. Entonces yo creo que eso habría cambiado bastante.

¿Y tu forma de actuar de cara la gente de aquí crees que es diferente en lo que tú vas pensando, según tu vida cotidiana?

Sí, uno pasa por distintas etapas, la etapa de admiración, ¿no? luego pasa por la etapa de desengaño, luego por la etapa de comprensión, luego por una etapa de asimilar las cosas buenas y luego pasas por una etapa en la que ves que has asimilado cosas que a lo mejor no son tan buenas y añoras la otra vida y luego pues pasas por una etapa que… no sé … en la que no sabes cuál es, qué habría sido mejor.

Yo sé que si me hubiera quedado hubiera llevado pues una vida emocionalmente mucho más intensa que aquí, pero mucho más caótica seguro. Al estar aquí, he vivido cosas que allí ni me imaginaba pues he tenido socios que eran directores de bancos por ejemplo haciendo empresas, o que tenían inmobiliarias, o asesores y yo: músico. O sea que nada que ver y luego habría… no sé, no me habría pasado lo que me ha pasado pero no sé qué me habría pasado.

Finalmente ¿qué piensas sobre la memoria histórica?

Muchas Gracias.